martes, 4 de septiembre de 2007

Cascos Azules: Latinoamericanos en Haití


Haití está bajo la ocupación de las fuerzas de las Naciones Unidas. En teoría estas fuerzas arrivaron para "estabilizar" el país. Sin embargo, su presencia ha sido negativa: han tenido un elevado costo de mantención y debido a sus acciones violentas en barrios pobres de la capital y en Gonaives, estos enviados para la paz han sido ellos mismos responsables de violaciones a los derechos humanos.

Nora Fernández de Alternativa Latinoamericana 04.09.2007

Desde febrero del 2004 Haití ha estado bajo la ocupación de las fuerzas de las Naciones Unidas. En teoría estas fuerzas arrivaron en Haití para “estabilizar” el país. De hecho, sin embargo, su presencia ha sido negativa. Han contribuído al caos y a la alienación del pueblo haitiano, han tenido un elevado costo de mantención para Haití y, peor todavía, debido a sus acciones violentas en los barrios más pobres de la capital y en Gonaives, han sido ellos mismos responsables de serias violaciones a los derechos humanos.

Violaciones a los Derechos Humanos

Que existan alegaciones de violaciones a los derechos humanos en conexión con los cascos azules no debería sorprendernos. Primero, se trata de una ocupación por parte de fuerzas extranjeras, por lo que no interesa como se la presente en el exterior pocas ocupacionesextranjerasson bienvenidas. Más aún, en el caso de Haití, entre las mencionadas “fuerzas de ocupación humanitarias” tenemos tropas de Brasil, Argentina, Chile, Uruguay, Guatemala, Paraguay, Peru y Bolivia, todos países cuyos ejércitos han estado notoriamente involucrados en violaciones serias a los derechos humanos de sus propias poblaciones civiles. Por lo que no nos puede sorprender, entonces, descubrir que estas fuerzas de ocupación son ahora responsables de violaciones similares en Haití.Nuestra memoria no puede ser tan frágil como para habernos olvidado ya de la infame Operación Condor , una red de terror y horror que apenas unas décadas atrás desangró a América Latina, en que los ejércitos de varios de los países hoy presentes en Haití han estado involucrados.

La Guerra Sucia en Argentina, que tuvo lugar entre 1976 y 1983, y que fue responsable de unas treinta mil desapariciones forzosas en ese país, documenta muy bien el tipo de acciones implementadas por los militares de países involucrados en la Operación Condor.El Coronel chileno Manuel Contreras, creador de la criminal Operación fue apoyado directamente por la CIA.Hay suficiente evidencia hoy como para que el gobierno francés requiera la presencia de Henry Kissinger en Corte.Las conexiones entre los militares latinoamericanos y los Estados Unidos fueron establecidas en primera instancia a través de la infame Escuela de las Américas, donde se les daba entrenamiento de contrainsurgencia a militares latinoamericanos que luego estarían involucrados en los mas terribles crímenes contra los ciudadanos de sus paises de origen.La Escuela de las Américas cambió su nombre en el año 2001, frente a las constantes manifestaciones populares para que la clausuraran. Entonces, terminó como tal, en Fort Gulick, Panamá, y se la volvió a formar bajo el nombre de Instituto para la Cooperación en Seguridad del Hemisferio Occidental y funciona hoy en Fort Benning, Georgia, USA.

La Operación Condor que incluyó entonces a Argentina, Chile, Brazil, Paraguay, Uruguay y Bolivia en una red de terror, crearía su “descendiente” bajo el nombre de Operación Charlie, que no fue sino una red similar de fuerzas de asalto militar y paramilitar que torturarían y asesinarían civiles ahora en Centroamérica, incluyendo Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala.

Dada la historia de espanto de la mayoría de una buena parte de nuestra fuerzas militares en Latinoamérica, es sorprendente que alguien los invitea una “misión humanitaria.”Y sin embargo, un número de gobiernos progresistas, elegidos a posteriori de aquellos años de terror, aceptan enviar sus fuerzas militares a Haití sin examinar demasiado las consecuencias de ello.

Fuerzas militares de países progresistas en Haití

Dificilmente puede asumirse que fuerzas militares que en su seno han permitido planeamiento e implementación de crímenes terribles contra la población civil de sus países de origen, y en tiempos no tan lejanos, han de respetar a los civiles en Haití. Y sin embargo, gobiernos progresistas latinoamericanos han actuado como si ignoraran el pasado de sus militares y los han enviado a Haití.

Raul Zibechi, explorando el papel de los gobiernos progresistas en esto de enviar tropas a la isla, argumenta que no hay duda alguna sobre la realidad de las violaciones a los derechos humanos por parte de fuerzas de la MINUSTAH en Haití ya que emerge claramente un padrón de violaciones sistemáticas. El primer asalto tuvo lugar en julio del 2005 con 23 asesinados por tropas brasileras; la segunda masacre fue en diciembre del 2006 y la tercera fue en enero del 2007, estas dos últimas involucran no sólo tropas brasileras sino también de Bolivia, Uruguay y Chile.Ninguno de estos asaltos a los pobres de Haití ha sido por equivocación, han sido más bien respuestas represivas a manifestaciones populares relativamente pacíficas.

Zibechi nos habla de los objetivos militares geopolíticos de Brasil en Latinoamérica, y del papel crucial que estos han jugado en favorecer intervenciones. Nos habla también de como Haití aparece como el lugar en donde estas tropas se están preparando para lo que en el futuro pueda darse en Latinoamérica.El Coronel Oliva Neto ha argumentado, dice Zibechi, sobre la necesidad de colaboración militar sudamericana para la formación de un“Sistema Nacional de Defensa” que, supuestamente, prevendría incursiones militares extranjeras favoreciendo en cambio el trabajo conjunto de los militares de la región. La preocupación de Neto, da a entender Zibechi, son probablemente los pobres de las ciudades latinoaméricanas, por lo que va de la mano con preocupaciones similares del Pentágono sobre la “guerra urbana”.Haití puede sencillamente ser el lugar donde se conducen estos experimentos en “guerra urbana.”El denominador común en entender lo que está sucediendo en Haití, argumenta Zibechi, es la “guerra contra los pobres” pues es allí donde las “estrategias de George W Bush y de algunos gobiernos progresistas latinoamericanos se dan la mano.” (Represión en Haití: La responsabilidad de la izquierda).

La soledad de Haití y la MINUSTAH

La izquierda latinoamericana siempre ha denunciado el papel de las Naciones Unidas en cuanto a que se ha encargado de “limpiar” las consecuencias de las intervenciones del gobierno americano, de alguna forma legitimándolas. Hoy, sin embargo, el discurso demuchos gobiernos aparentemente progresistas, llevados por la izquierda al poder, ha cambiado radicalmente.

En el caso de Haití, los Estados Unidos, Canadá y Francia, fueron quienes favorecieron el golpe de estado al gobierno legítimo de Jean Bertrand Aristide en febrero del 2004.En junio de ese año un contingente militar de las Naciones Unidas, formado mayormente por países pertenecientes al Mercosur, y con aparentes gobiernos progresistas,fue enviado a Haití.Las fuerzas de la MINUSTAH se unieron entonces a fuerzas de Estados Unidos, Canadá y Francia que ya estaban instaladas en Haití.Hoy la MINUSTAH representa casi el 40 por ciento de las fuerzas de ocupación en ese país.

En Uruguay, bajo el gobierno de Tabaré Vázquez, la decisión de enviarfuerzas de ocupación, dice Zibechi, fue apenas discutida en el Senado. Es sorprendente que políticos que un año antes se oponían a una ocupación vehementemente, aceptaban ahora esta decisión sin admitir discrepancias. Se aprobó sin lugar a argumento aún cuando significaba un giro político de 180 grados, dice Zibechi que habla dela “responsabilidad de la izquierda” con respecto a lo que está hoy sucediendo en Haití. Hay que aclarar, sin embargo, que en Uruguay gobierna una coalición progresista que ya ha renegado del programa de izquierda con la que subió al poder, esa coalición es responsable-no necesariamente la izquierda.

Hay pocas dudas que la ocupación es una forma de opresión clasista, se habla de que es una “guerra contra los pobres,” punto que ha sido discutido claramente en el marco de las violaciones a los derechos humanos que se están dando. Guillermo Chiflet, en Uruguay, ha denunciado que las tropas en Haití no están proveyendo ayuda humanitaria, como se dice, y que hay un padrón de violaciones a los derechos humanos de los más pobres, por ejemplo, que en diciembre del 2006, pocos días antes de la Navidad, las tropas de ocupación atacaron Cite Soleil, un barrio pobre de la capital, y mataron a 80 personas -mujeres y niños entre ellas. Chiflet agrega que desde entonces estas fuerzas han intervenido regularmente con helicópteros y tanques, se trata de fuerzas bien armadas que están haciendo la guerra contra la población civil (¿Tropas apoyando un golpe militar?, Rel-UITA).

En lo relativo al racismo, y al asunto de diferencias visibles entre fuerzas de ocupación y la población haitiana, se ha discutido poco. Chomsky ha notado repetidamente, sin embargo, al racismo como elemento relevante en cuanto al trato que ha recibido Haití y los asuntos haitianos. Hoy, una población civil negra está a la merced de fuerzas militares llegadas de países donde el racismo es un asunto relevante, aunque no se le nombre y quizás más relevante aún por este motivo.

Se puede asumir equivocadamente, que como las tropas latinoamericanas están formadas por “gentes de color”se favorece una perspectiva más abierta, menos racista. Pero asumir esto es peligroso; el racismo existe entre las gentes de color, y los latinoamericanos no somos excepción. Somos tan afectados por el racismo como el resto del mundo y al racismo dominante se le presta muy poca atención, no se examina como se debiera.

Nuestra propia historia con respecto a Haití muestra que hemos favorecido su aislamiento de nosotros. Aislamiento que también favorece la realidad de haber sido colonizados por poderes coloniales variados. Mientras Haití enfrentaba a Francia, el resto de Latinoamérica se liberaba de España y Portugal mayoritariamente. Ligados a diferentes poderes coloniales, hemos tenido también diferentes referentes culturales y diferentes lenguajes. Por lo tanto aunque estamos localizados en la misma región geográfica del mundo nos conocemos poco.

Camille Chalmers, profesor de la Universidad de Haití y activista de PAPDA (Plataforma Haitiana para el Desarrollo de Movimientos Sociales) en una entrevista con Claudia Korol en Adital en julio de este año, explicó que Haití ha estado aislada de Latinoamérica desde que nació como repùblica en 1804.Establecida producto de una revuelta de esclavos que hechó de la isla a los gobernadores coloniales franceses y sus aliados, Haití encabezó la única revolución de esclavos capaz de derrotar a Napoleón.La revolución de Haití fue crucial pues extendió los derechos humanos más allá de los “Europeos” para incluir a las gentes de color: negros, aborígenes y asiáticos. Pero la razón de la revolución haitiana, el fin de la esclavitud (un negocio lucrativo) y no fue aceptada.Para castigar a Haití, Francia le impuso una deuda pesadísima que forzó el pago de intereses a Francia por más de un siglo.

Aunque Simón Bolivar fue a Haití por ayuda y recibió naves, armas y hombres, y la revolución haitiana le pidió solamente que terminara con la esclavitud en cada tierra que liberara, Bolivar no pude cumplir siquiera con esta promesa. Y, a pesar del apoyo que el pueblo haitiano le brindara a Bolivar, Haití no habría de ser invitada al primer congreso continental quedando desde entonces como ajena aAmérica Latina.

Para Estados Unidos, Francia y Canadá, la presencia de fuerzas militares latinoamericanas en Haití es conveniente, “gente de color controlando a gente de color,” y haciéndolo por dinero. Haitï se ha vuelto un “buen negocio” para los militares envueltos en la ocupación tanto como para las clases dominantes haitianas que se benefician del flujo comercial que generan las tropas, como si fuera turismo. El costo de la ocupación para Haití no es barato, le cuesta 520 millones de dólares al año, o casi un sexto de su producto interno bruto de tres mil millones de dólares. La mayoría de los haitianos no ignoran que el estándard de vida de las tropas de ocupación es mucho más alto que el propio ni tampoco ignoran que esta “ayuda” les llega a un muy alto precio, y están naturalmente frustrados al experimentar opresión y abuso de parte de estas tropas.

Negocios, como de costumbre

Las Naciones Unidas no planean retirarse de Haití; es un “buen negocio” pues las aventuras militaristas son generalmente rápida y facilmente financiadas mientras otros proyectos no lo son. Cualquier misión militar que favorezca al estatus quo le sirve a las Naciones Unidas pues salva a la organización de quedar obsoleta al darle un papel que jugar: sus “esfuerzos de pacificación”. Poco interesa a las Naciones Unidas que su intervención en nada transforme la realidad desesperada que vive Haití, ni ayude a resolver sus problemas, que son económicos y sociales en naturaleza. Intervención sin ayuda económica para el desarrollo puede sólo empeorar la situación, argumenta Chalmers. Pero, la intervención funciona para los poderes que existen y mantiene a la población bajo control por lo que se la justifica.

Es fácil llamar a quienes se rebelan “bandidos” y culparlos por la situación, que tratar de transformar la realidad, desafiar la ideología neoconservadora y trabajar para terminar con la opresión. Para Chalmers esta formula se auto perpetúa: la “estabilidad” deseada no se logra pero aunque podria lograrse a través del fortalecimiento de la policía local y trabajando en favor de proyectos de democratización, el costo de las tropas de ocupación no le permite a Haití invertir en alternativas, queda encerrado en un círculo vicioso.

Mientras que Chalmers argumenta que René Preval trata pero no puede hacer mucho, Edwin Paraison (Haitì-República Dominicana: Esclavitud moderna en la isla) habla de las dois prioridades del gobierno: neutralizar a los “bandidos” y privatizar, ambas en acuerdo con la ideología neoconservadora y las recetas de Estados Unidos para los países subordinados.

Neutralizar a los “bandidos” tiene mucho que ver con asegurar “estabilidad” en medio del desorden social y los esfuerzos de “neutralización” se dan generalmente en los barrios más pobres de Port-au-Prince y Gonaives, donde existen los “bandidos”.Thomas M. Griffin, abogado de inmigración e investigador sobre derechos humanos de Philadelphia,explica que los “bandidos,” son jóvenes armados que se describen a si mismos como en favor de Lavalás pero que son mayormente jóvenes pobres y abandonados que quieren encontrar un camino, trabajo o educación. Griffin niega que Aristide esté guiándolos desde el exilio: “Él (Aristide) ha estado fuera del país por dos años. ¿Donde tiene que estar para que se dejen de culparlo, en Marte?”

André Corten, científico polìtico y experto en asuntos latinoamericanos de la Universite de Quebec À Montreal, dice: “La situación es deshumanizante, provocada por 50 años de miseria. Es una completa desolación—esta gente no tiene un sistema normativo. Al mismo tiempo hay una fascinación por la manipulación de grupos parias.”

La privatización, es la segunda prioridad impuesta al gobierno por presión del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial. Paraison argumenta que Rene Preval se ha sometido a la agenda de estos organismos con la esperanza de modernizar las corporaciones estatales que están en mal estado.Teleco (telecommunications) ha sido la primera corporación estatal privatizada,ONA (pensiones), APN (aduanas) y EDH (electricidad) le han de seguir.

Entonces, la situación se aclara: los gobiernos pueden ser removidos, por la fuerza si es necesario, cuando estos no se ajustan a los planes de los poderes imperiales; una guerra contra la población civil puede desatarse en cualquier momento, no faltan las tropas para hacerlo; la mejor estrategia es usar tropas provenientes de países subordinados, al hacerlo se fortalecen las redes de los poderes imperiales involucrando a los subordinados en su propio control y se confunde e invisibiliza a los poderosos. Y, por último la gente es siempre desechable y en particular son desechables las gentes de color y los pobres, que son al fin los más desechables de todos.

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