viernes, 19 de octubre de 2007

Uruguay tiene una “democracia cívico-militar”

CIEN PAG. 14


Desactivar las FFAA

Según el general retirado Óscar Pereira.

"Los militares son tan fuertes como débiles sean los civiles que los mandan", afirmó en un reportaje. Dijo que el eventual pacto entre el presidente, Tabaré Vázquez, y el ex comandante en jefe Ángel Bertolotti para cerrar el tema de los desaparecidos es una prueba de ello. Sostuvo que los tupamaros desconocen "la interna militar".

El régimen político vigente es una "democracia cívico-militar" a causa de los atavismos que lo sujetan a una relación de poder entre la sociedad civil y las Fuerzas Armadas que data de la dictadura, mientras que los tupamaros "no conocen la interna militar" ya que ésta no existe como tal. Así lo expresó el general retirado Osear Pereira, en el marco de un reportaje realizado por la investigadora María Noel Domínguez y publicado en el tercer número de los "Cuadernos de la historia reciente", serie editada por Ediciones de la Banda Oriental.
Este militar jubilado se autodefine como un "uruguayo típico", que ingresó a la Escuela Militar "en el año 1959, cuando Fidel Castro se hizo cargo de Cuba", por lo que se considera "un producto desde dentro del Ejército de la época predictadura cívico-militar".
Esa caracterización de la composición social del régimen de facto instalado tras el golpe de Estado del 27 de junio de 1973, es utilizada por Pereira para nombrar al régimen posterior a la dictadura: la "democracia cívico militar" de la que "estamos saliendo" pero en la que aún "estamos adentro en muchas cosas".

Una de ellas, entiende el militar, es "la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado", a la que definió como "el monumento a la impunidad", cuya vigencia "se está confirmando" a causa de las "actitudes actuales de los liderazgos políticos". Se trata de una "ratificación" procesada por la vía de la "omisión y después de la prueba de los acontecimientos".
Esa afirmación surge del hecho que "cuando el pueblo votó" en el plebiscito de abril de 1989, "todos los delitos de lesa humanidad eran negados" por sus perpetradores así como por un amplio arco del sistema político. En la etapa política en curso, en cambio, fueron "tímidamente reconocidos, no repudiados" ni negados, por lo que "mientras esa ley permanezca vigente" el país seguirá "manteniendo la impunidad del criminal militar".
Un ejemplo reciente de lo afirmado por Pereira remite al libro "Presos a la uruguaya", de Alvaro Alfonso, donde el autor sugiere que el presidente de la República Tabaré Vázquez, y el ex comandante en jefe del Ejército Ángel Bertolotti, acordaron cerrar las investigaciones sobre el destino de los desaparecidos. "Eso es parte del criterio de mi afirmación de democracia cívico-militar. Si sucedió es la confirmación de lo que digo", explicó Pereira, porque considera "inconcebible en un Estado de derecho una negociación o un pacto de ninguna naturaleza con ningún militar".

Su lógica se sustenta en las relaciones de la propia sociedad. "Los militares son tan fuertes como débiles sean los civiles que los mandan", razonó.


Tupamaros.
Pese a haber revistado durante 41 años en las filas activas del Ejército uruguayo, Pereira admite "no" conocer "la interna militar" debido a que, en gran medida, "es una generalidad, no es una interna" sino una intrincada trama de "grandes organizaciones diferentes: el Ejército, la Armada, la Fuerza Aérea, dentro del Ejército el tema de las armas, las afinidades, los pequeños grupos o logias, que hacen que los temas sean mucho más complejos de lo que parecen". Sobre esas precisiones, Pereira afirma con naturalidad que los tupamaros "no conocen la interna" de las Fuerzas Armadas, aunque explica que entre los principales líderes guerrilleros vivos y los militares que "actuaron en los servicios de Inteligencia" se produjo un "reconocimiento mutuo, sobre la base de actitudes heroicas o semi heroicas en una determinada coyuntura histórica".

Un factor identificado por Pereira como coadyuvante de ese proceso es que "los líderes más conspicuos sobrevivieron", desenlace que lleva al militar a creer que los ex guerrilleros "deben tener un gran agradecimiento porque salvaron la vida". Sin embargo, el militar no tiene una visión positiva de la empatia aludida.
"No creo en esa afinidad natural o ese mutuo respeto, que a veces resulta hasta un poco empalagoso", valoró. "Le tengo respeto a un senador de la República, pero no se lo puedo tener a una persona que salió a asesinar", del mismo modo en que puede guardarle "respeto a un coronel, pero no a quien agarró una chiquilina, la vendó, la ató, la torturó denigrándole la vida y la hizo desaparecer denigrándole la muerte".

Es que el polémico oficial rechaza la "tendencia a la generalización", que en lugar de "aclarar las cosas, las confunde", como en el caso de la "actitud violenta de los tupamaros, no así al discurso político inicial contra la corrupción y contra el estado en que estaba todo el esquema institucional de la época en el Uruguay".

Se trata de una observación aproximada a la defensa histórica que los tupamaros han hecho - de las razones que los llevaron a tomar las armas cuando existía un régimen constitucional vigente. Según Pereira, "por más que había una democracia, el Estado de derecho estaba, hasta cierto punto, corrupto".
Con relación al movimiento judicial en curso y a las detenciones de violadores de los derechos humanos, Pereira dijo que "faltan detenidos", porque "si es que acá hubo una guerra", la cual "obviamente duró muy poco", la mayoría de las víctimas fueron producto de "la tortura y la desaparición, no del enfrentamiento directo", recordó el general.


Cuadernos de la historia reciente, Autores Varios, Edición de la Banda Oriental, 2007.

Declaraciones del Gral retirado Óscar Pereyra


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