domingo, 28 de junio de 2009

Closa Cuevas y el asesinato de Zelmar Michelini

La República
















Angel Pedro Closa Cuevas, el médico el paraguayo que integró en los años setenta el Escuadrón de la Muerte en Uruguay, pudo estar implicado en el seguimiento y asesinato de Zelmar Michelini en 1976 en Buenos Aires, donde se había radicado luego de que sus actividades parapoliciales fueron denunciadas por el ex agente Nelson Bardesio.

Un presunto ex agente de la Policía Federal Argentina, de nombre Agustín Efraín Silveira, confesó en un documento publicado en LA REPUBLICA el 5 de agosto de 2001, que participó en los seguimientos previos al secuestro y asesinato de Michelini y dijo que el grupo conspirador contaba con la presencia de un "paraguayo".

Closa Cuevas ­cuyo apellido se confundió como "Crosa" hasta que LA REPUBLICA pudo confirmar este año su verdadero nombre­ vivía en mayo de 1976 en Buenos Aires, a cargo de una pensión en la que recibía, entre otras, la visita del empresario Miguel Sofía y del comisario Víctor Castiglioni, quien desde 1974 operaba en Argentina.

El documento de Agustín Efraín Silveira detalla cómo fue contratado por el comisario Hugo Campos Hermida para integrar un grupo de seguimiento sobre el ex legislador uruguayo en un operativo de coordinación represiva que inicialmente implicaría el secuestro de 40 compatriotas exiliados en Argentina y luego derivó en el homicidio.

"Para eso tenían una casa por Palermo, que antes había sido un local de la gente de López Rega, las tres A. Para los interrogatorios colaboraba con ellos un paraguayo y me consta que coordinaban algunas cosas con un chileno, que era de la DINA", señalaba el documento el ex agente de la policía federal.

El documento de Silveira

La confesión de Silveira, se consideró un material de "contrainteligencia" para implicar a Campos Hermida en la muerte de Michelini, ya que otros nombres que maneja no coinciden con represores del Servicio de Información y Defensa (SID) y el Organismo Coordinador de Operación Antisubversivas (OCOA) que operaron en Argentina.

Sin embargo, el documento ­que había sido recibido por exiliados uruguayos en París en 1978­ fue el material que dio lugar a la investigación periodística en la revista Posdata que permitió encontrar los datos para ubicar al niño desaparecido Simón Riquelo y en LA REPUBLICA denunciar la existencia del "segundo vuelo" de Orletti.

Cuando el documento fue escrito en 1978 no se había confirmado la coordinación represiva que desde fines de 1973, en pleno régimen democrático argentino, ya realizaban policías y militares uruguayos con la Superintendencia de la Policía Federal y con los propios integrantes de la Triple A dirigida por el ministro López Rega.

El testimonio del uruguayo Antonio Viana Acosta es el que permitió ratificar esa coordinación entre uruguayos y argentinos desde febrero de 1974, cuando lo secuestra la Triple A en Buenos Aires, es interrogado por uruguayos, trasladado forzosamente a Montevideo y torturado en cuarteles, hasta su procesamiento por la Justicia militar. Muchos datos de aquel documento de Silveira pudieron ser confirmados a lo largo de los últimos años, lo que hace que hoy, aún cuando los nombres de policías y militares uruguayos estén cambiados o hayan operado con nombres falsos, el detalle de la presencia de un paraguayo en el operativo sea posible.

Derivaciones del nombre

La confirmación del verdadero nombre de Closa Cuevas surgió a partir de una denuncia de LA REPUBLICA cuando en las páginas oficiales del gobierno de Paraguay se registró que su hija, Lilián Stella Closa de Salinas había cobrado una indemnización de U$S 25 mil como supuesta víctima de la dictadura del general Alfredo Stroessner.

La vida de Closa Cuevas en Uruguay había sido investigada por las historiadoras Clara Aldrighi y María Luis Mendoza, quienes reconstruyeron su pasaje por la ciudad de Dolores y los nexos que el médico paraguayo, amparado por su embajada en Uruguay, tuvo con la Juventud Uruguaya de Pie (JUP) y el Escuadrón de la Muerte.

Closa Cuevas fue asesor del subsecretario del Ministerio del Interior, Armando Acosta y Lara, quien lo conectó con los agentes de la Dirección Nacional de Información e Inteligencia (DNII) Oscar Delega y Nelson Bardesio, para dirigir el secuestro y asesinato del estudiante Héctor Castagnetto el 17 de agosto de 1971.

La denuncia de LA REPUBLICA llevó al investigador paraguayo Nemesio Barreto Monzón a revelar la historia del misterioso personaje, quien resultó ser hijo natural de un ministro de Stroessner y terminó adoptado por un matrimonio de uruguayos, lo que le permitió sus conexiones políticas y su radicación en Uruguay. Paralelamente, fuentes argentinas aportaron a LA REPUBLICA el final de la historia de Closa Cuevas, quien se radicó en Buenos Aires y dirigía una pensión ubicada detrás del Centro Cultural General San Martín, donde convivía con una mujer cubana y desde dónde continuaba operando en 1976 cuando Michelini fue asesinado.


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