jueves, 19 de noviembre de 2009

Yo no voto a Lacalle

enviado por Luis
La República

Por Juan Raúl Ferreira

Wilson no está. Murió hace más de 20 años. No me considero con derecho a decir qué haría, cómo votaría, qué le caería bien o mal. Deseo, como todos los que le tienen de referente, incorporar a mis decisiones lo que siento que su recuerdo me inspira, los valores que de él aprendí. Quién fue más amigo suyo o estuvo más cerca, no importa. Fue otro tiempo. Seamos pues, cada uno dueño y responsable de nuestras decisiones y no se las endilguemos a Wilson.

No me parece justo invocar en la polémica electoral que Lacalle no fue wilsonista, que no se llevó bien con él, que nunca hicieron buenas migas. De hecho Wilson no fue amigo de Herrera y muchos herreristas vieron en él su continuidad histórica. No importa cómo fue la relación de Wilson con Lacalle de entonces sino más bien, si hoy puede interpretar una concepción wilsonista de partido, de sociedad y de país. Esto sí, no es un tema de ayer, sino de hoy y de siempre. En eso, cada uno tiene el deber de decir, culminando la campaña, qué significa Lacalle para sus valores, para concretar sus sueños, para construir el Partido Nacional que desea.

A lo largo de la campaña electoral, se han ido profundizando definiciones, estilos, concepciones, que con respeto es bueno analizar.

Veamos, por ejemplo, cómo se trata el tema de la guerrilla de los años 60 y 70. No habrá ­supongo yo­ que aclarar que no fui guerrillero ni tuve nada que ver con los tupamaros. Me crié sí, en el Uruguay de esos tiempos. Entonces (como ocurre nuevamente ahora) era muy difícil no caer en una polarización: pro tupas o represor. Wilson no se dejó etiquetar en ese simplismo. Votó algunas leyes como la de Seguridad del Estado y con grandeza reconoció que: "Me equivoqué, no debí de haber votado una ley represiva que no hacía otra cosa que atentar contra los derechos humanos".

Recordaba Hoenir Sarthou en un memorable artículo a los 20 años de muerto Wilson, que de esa encrucijada se salía "o con la violencia represiva o con el diálogo. Wilson (...) supo que el único camino era el diálogo y la negociación".

Me tocó vivir algo tremendamente elocuente. Durante nuestro primer viaje de "diplomacia del exilio" conocimos en Caracas a los senadores del MAS Teodoro Petkoff y Pompeyo Márquez. No fue hasta regresar al hotel que terminé de captar la emoción que embargaba a Wilson. "¿Te das cuenta de lo que es la democracia Juan? Eran guerrilleros. Son senadores por los votos que conquistaron. Se incorporaron al sistema político".

Wilson fue el primero en abrir las puertas de su propio partido a la gente que había estado con la guerrilla y se iba incorporando a la vida democrática. Uno de sus asesores más cercanos en política exterior fue un ex tupa de quien en el libro/reportaje que le hace María Esther Giglio (pág. 31) hace mi padre uno de los reconocimientos intelectuales más impresionantes que yo le haya oído.

Regresó del exilio con la consigna de "Amnistía General e Irrestricta para Todos los Presos Políticos". Y cuando se lanzaban campañas por su libertad y la mía siempre pedía "no se olviden de los demás presos políticos." (Carta del Cuartel de Trinidad 11 de agosto de 1984).

Tras la amnistía los presos políticos pasaron a ser ciudadanos. Por entonces Wilson visita España. El alcalde madrileño Tierno Galván le regala su obra "Canto a la paz". Wilson le retribuye con un ejemplar del libro de Pivel "La Amnistía en la Tradición Nacional" y se lo dedica: "Para que la Amnistía en Uruguay se vuelva un Canto a la Paz".

¿Cómo se siente alguien formado con estos valores, ante el santo y seña de campaña: "Mujica Asesino"? O los grupos de Internet adheridos a Lacalle bajo lemas como "odio a los tupas", no quiero un presidente terrorista"; ni que hablar: "Juan Raúl marxista, chavista, fidelista". A ese nivel ha llegado el fanatismo. ¿Qué respondieron las autoridades partidarias? Nada. Absolutamente nada. Ojalá no sea tarde ni resulte difícil desandar este camino para que el prometido apretón de manos a los adversarios, sea posible luego de la elección.

¿Y los blancos que fueron integrantes del MLN? ¿Los queremos echar? ¿No era ex Tupa el secretario de Zumarán cuando fue este fue candidato? Un blanco, tan blanco como yo, me decía hace poco: "Cuando tengas oportunidad recordá sin falta que no somos pocos los ex tupas que estamos en el PN por las políticas inclusivas e integradoras de Wilson" y me lo pedía en su calidad de "ex tupa acogido en el redil nacionalista por el magnánimo 'Gran Abrazo' de Wilson."

Otro blanco compañero de exilio, tenía un recorte de prensa que informa de una campaña cibernética de la candidatura de Lacalle escrita ¿por quién?; por el mismo embajador de la dictadura que se refirió a Wilson en la ONU como "un cobarde prófugo de la justicia". Y los que vivimos el exilio junto a mi padre, tenemos que recibir lecciones de wilsonista de aquellos a quienes combatíamos día a día en la cruzada anti dictatorial.

Esta es la crisis de identidad a la que me he referido por la prensa.

Uno no ha sido formado para rendirse. Quisimos plantear estos temas dentro del Partido, discutirlos, corregirlos, oírnos unos a otros. No he tenido la suerte de poder hablar con los candidatos ni, salvo Pablo Iturralde y algunos otros legisladores amigos, con la dirigencia partidaria. No se concedieron las entrevistas solicitadas ni se guardó silencio. Lo que hoy se llama "militancia cibernética" (que ha sustituido a las banderas desplegadas al aire libre) no demoró en reaccionar. Tras las respetuosas y acertadas declaraciones de Alberto Volonté, del Senador Eber da Rosa (entre otros), llamando a reflexión por el famoso spot sobre el caso Feldman sumé mi voz a las suyas. Un dirigente partidario escribió en mi muro. "Si no te gusta el spot andate al Frente". ¿Cómo puede alguien ver en esto el partido que soñó Wilson?

Me atrincheré en mis temas, en aquello para lo que me formé. Política Exterior. No logré que nadie leyera lo que escribía hasta que decidí que no debía insistir. Porque el mismo día que muere el gran pensador americanista Tucho Methol, Lacalle habló de la integración. A pocas horas de muerto Tucho a cuyo lado Wilson tomó tantas y tan difíciles decisiones, el doctor Lacalle anunció que de ser presidente no asistiría a los actos de celebración del bicentenario de Argentina (que no es el cumpleaños de la señora Cristina Fernández) y que para Uruguay "estar cuanto más lejos de Argentina y de Brasil, mejor."

¿De qué nos podemos agarrar para no sentir que no somos más nosotros mismos? Dijera Wilson "Nosotros somos: nosotros". Y agrego yo: no esto.

El resultado electoral está a punto de conocerse. Con él cada uno deberá asumir sus responsabilidades y con el mandato del soberano a la vista, podremos serena y fraternalmente los blancos ver si el camino era este u otro. Yo del partido no me voy aunque dupliquen los esfuerzos por lograrlo. Espero ansioso el reencuentro con todos los que queramos poner nuestro grano de arena en recomponerlo. El país necesita del Partido Nacional. Como bien ha dicho el doctor Lacalle, "las papeletas del 29 no tienen lema, solo nombres, no es un tema de partidos". Por eso mismo voy a votar en blanco. Con la esperanza de que pasadas las pasiones electorales, podamos, con grandes referentes como tiene el Partido Nacional, repensarlo de cara a los desafíos que plantea el complejo mundo en que vivimos. Y contribuir así a la gran causa nacional.

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