martes, 13 de abril de 2010

“Imperios benévolos”: Gran venta por liquidación



Corta ha sido la vida de las últimas teorías imperiales destinadas a dar brillo y nuevo rostro humano y cultural a sus tradicionales guerras de rapiña. En el terreno de la dura realidad, allí donde se contabilizan los cadáveres de los inocentes cazados como animales desde los drones y se recogen vísceras palpitantes, los hechos han ido refutando la “novedad”. Poco ha durado ese producto alquímico del sometimiento y las relaciones públicas en tiempos de Obama que creyó poder asear y redimir el rostro sangriento de las invasiones hegemónicas con las tibias aguas del soft y el smart power.

Apenas hace cuatro años, la Academia Militar de los Estados Unidos puso en práctica, por primera vez, un entrenamiento para jefes militares en el terreno denominado “Winning the Peace”, o SS490B, en cuya fundamentación se afirmaba:

“Durante años, los jefes militares en el terreno han estado conduciendo acciones con poblaciones desplazadas, reconstrucción económica, formación de gobiernos, concejos locales, reconstruyendo escuelas, entrenado policías y fuerzas de seguridad locales. Mientras nuestra tecnología y profesionalismo hacen de nuestras fuerzas armadas las más grandes que jamás hayan existido, estas mismas características no han concluido, necesariamente, con éxito a la hora de acometer la “reconstrucción de estados”, la “reconstrucción post-conflictos” o las “operaciones de estabilización”. Este curso pretende llenar ese vacío y crear “diplomáticos combatientes”.

Nada nuevo bajo el sol: hace siglos que los Cruzados que asolaron estas mismas regiones del planeta fundaron órdenes de caballería, como la de Los Templarios, que conjugaban la ferocidad en el combate y el exterminio sin piedad de sus enemigos, incluyendo la población civil, con una aparente mansedumbre cristiana. Antes los jesuitas eran conocidos como monjes -guerreros; hoy a los legionarios imperiales de siempre se les llama “diplomáticos-combatientes”. ¿No es esto, acaso, la apoteosis del neo-lenguaje y los políticamente correcto, o sea, del cinismo?

Pero he aquí que muy poco ha durado la gasolina con que se alimentaba el motor de la novísima maquinaria, y esta empieza a jadear, en medio de la abrupta pendiente de dos guerras, y otras en la mira de los insaciables neoconservadores de la oposición a Obama. El atavismo profundo del sistema, sus tendencias violentas apenas disimuladas bajo estos últimos ropajes de urbanidad y buenos modales culturales han terminado por estallar en una crítica creciente que no respeta siquiera los intentos de imponer el mismo dominio por medios experimentales y menos ruidosos. A juzgar por lo que se está publicando, los neocons consideran que es hora de dejar a un lado las zarandajas culturales y empezar a jugar al duro, o sea, al exterminio

No es que se haya dejado ni por un momento de intentarlo. De ello atestiguan las masacres que se cometen a diario, los bombardeos contra civiles, y también el silencioso accionar en Iraq de la “Operación Fénix” (de asesinatos selectivos), puesta en práctica antes en Vietnam. Allí, cada día, las armas con silenciador empuñadas por nebulosos escuadrones de la muerte acaban con ex oficiales, intelectuales, maestros, científicos y ex funcionarios del depuesto régimen.

Esa clarinada por la acción directa, pura y dura, brutal y sin remordimiento, es la que se esconde detrás de un artículo como el de Diana West, publicado el pasado 8 de abril en Townhall.com, titulado ” You Don´t Win “Hearst and Minds” By Losing Your Own”.

Escandalizada por la manera en que los jefes miliares norteamericanos están tratando de ganar la mente y los corazones de los afganos, como en los viejos tiempos de la Guerra Fría, la Sra West analiza muy duramente la reciente participación del almirante Mike Mullen, Jefe del Estado Mayor Conjunto, en un consejo tribal o Shura, que tuvo lugar en Marja. “Ante la debilidad del gobierno central de Kabul-cita declaraciones del contraalmirante Gregory Smith, jefe de los voceros militares en Afganistán-los comandantes militares norteamericanos están trabajando para alinear el poder de su país con las estructuras políticas de base, como las Shuras…” Pero para la Sra West, en la práctica, lo único que se está logrando es dar un aval a lo que califica como “cultura primitiva, misógina y violenta afgana”. “Quienes allí sangran, mueren y gastan el dinero de los contribuyentes norteamericanos-sentencia-lo están haciendo para facilitar la acción de la Ley Sharia”.

De ese encuentro del almirante Mullen en Marja, tan a lo Indiana Jones, Diana West nos entrega un detalle folclórico recogido por el corresponsal de Reuter: “Queremos escuelas, carreteras asfaltadas y un mejor hospital-reclama a Mullen un hombre con turbante y una larga barba negra” Y este respondió: “Inshallah(Por la Voluntad de Alá): los proveeremos de tales servicios tan pronto nos sea posible”. Y claro está, la implacable Sra West, como buena neoconservadora que es, no pudo dejar pasar, sin fustigar, tal arrobador detalle cultural, semejante deferencia étnica del Procónsul imperial, acuclillado entre “iguales”, durante la Shura de Marja: “Esto es lo que sucede cuando la sensibilidad cultural reemplaza a la identidad cultural propia, o cuando el esfuerzo por ganar las mentes y corazones islámicos acaba con los nuestros.”

La Sra West cierra por todo lo alto su ataque frontal contra los novísimos argumentos “culturales” de este “Imperio benévolo” comentando otro caso, donde según revelaciones del mayor de tropas especiales Jim Gant, reiteradamente felicitado por los más altos mandos militares del país por sus alianzas con clanes afganos, se usó la fuerza militar de ocupación para “vengar el honor” de la tribu de un jefe local al que identifica como “Toro Sentado”, acusada por los talibanes de permitir prédicas cristianas en su territorio. “Lo descrito por Gant-termina su artículo la Sra West- es el más perfecto ejemplo de Cruzada postmoderna que solo puede concluir con el triunfo del nihilismo… Así no se gana las mentes y corazones de los demás, sino que se pierden los nuestros.”

Casi nada ha durado esta última hoja de parra del arsenal ideológico y cultural con que el imperio intentó ocultar sus vergüenzas. Era de esperar. Lo que presenciamos es una gran venta por liquidación de tanta mercadería inservible y devaluada por la propia marcha de la historia.

Lo que los neoconservadores piden por boca de la Sra West es regresar a los métodos de la vieja escuela. Al menos estos son brutalmente sinceros. En rigor, ¿cuándo se ha visto a un imperio retocando más su maquillaje que sus armas?




En Uruguay se juega a otra cosa?






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