domingo, 21 de octubre de 2012

Las mañas del Pentágono

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Raúl Zibechi
19 de octubre 2012

La concentración de poder se ha convertido en la tendencia global más importante en los recientes 50 o 100 años. En este proceso, el poder militar juega un papel decisivo, aunque el pensamiento crítico se ha concentrado, quizá excesivamente, en el poder económico, sin visualizar que es el poder duro el que asegura la continuidad de la acumulación de capital.
Hace siglo y medio Karl Marx destacó en una carta a Federico Engels (25 de septiembre de 1857) la importancia del ejército en el desarrollo económico, en las innovaciones técnicas y como precursor de la división del trabajo en la industria, concluyendo que “la historia del ejército muestra (…) la conexión entre las fuerzas productivas y las relaciones sociales”.
El historiador William McNeill, en su magnífica obra La búsqueda del poder, nos advierte que para estudiar el macroparasitismo entre las poblaciones humanas (que podría ser asimilado al imperialismo), deben estudiarse en especial los cambios en los tipos de equipamiento empleados por los guerreros.
Fiel a su más conocido trabajo, Plagas y pueblos, sostiene: Las alteraciones en el armamento se parecen a mutaciones genéticas de microrganismos en el sentido de que pueden, cada tanto, abrir nuevas zonas geográficas de explotación, o destruir antiguos límites mediante el ejercicio de la fuerza dentro de la propia sociedad que los cobija. Nada más parecido a una historia de la conquista de América.
La carrera de armamentos ultra sofisticados que lleva adelante Estados Unidos, seguido de lejos por un puñado de emergentes, parece estar buscando esas mutaciones a las que alude McNeill, para asegurar y ensanchar la brecha de poder de los más poderosos respecto del resto de la humanidad. La ciberguerra en curso y algunas armas especiales, como el avión supersónico capaz de volar a 20 veces la velocidad del sonido que está desarrollando la estadunidense DARPA (Agencia de Investigación de Proyectos Avanzados de Defensa), forman parte de esa ambición de poder.



El reciente discurso de Leon Panetta, secretario de Defensa de Estados Unidos, pronunciado el 11 de octubre en el portaviones Intrepid, convertido en museo anclado en Nueva York, estuvo íntegramente dedicado a la ciberguerra. Anunció que su país está viviendo un momento pre 11 de septiembre ya que los atacantes están tramando un ataque. Acusó directamente a China, Rusia e Irán.
Esta vez Panetta no mencionó el terrorismo como fuente de posibles agresiones, sino un probable ataque cibernético perpetrado por Estados-nación que perpetrarían un ciber Pearl Harbor. Exigió que se apruebe pronto la Ley de Seguridad Cibernética que otorga al Pentágono poderes extraordinarios en relación a la ciberseguridad. Omitió decir, y este es el punto clave, que su departamento está preparado para lanzar el primer golpe (contra Irán o Venezuela), algo difícil de demostrar en una guerra inmaterial, pero con cuantiosos daños materiales.


Panetta también habló de ciberguerra el 8 de octubre en Punta del Este, en la décima Conferencia de Ministros de Defensa de las Américas. Llegó con un documento de 12 páginas titulado La política de defensa para el hemisferio Occidental, con el que pretendió delinear la estrategia militar del Pentágono con base en enfoques innovadores, económicos y con una mínima huella.
Se enfrentó con varios ministros de Defensa de la Unasur, aunque contó con el apoyo entusiasta de Chile –que se encargó de elevar las propuestas previamente negociadas con el Pentágono– y de Colombia, sus aliados sudamericanos. No pudo impedir que Argentina, Brasil, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Surinam y Venezuela se negaran a aceptar un sistema de asistencia humanitaria coordinado por militares, mientras que Guyana y Uruguay se abstuvieron. Tuvo que tragar el apoyo mayoritario a la soberanía argentina de las islas Malvinas (sólo Estados Unidos y Canadá votaron en contra).


Los países de la región aún no están en condiciones para poner en pie un sistema de defensa colectivo y autónomo, pero avanzan en la desarticulación de las iniciativas del Pentágono. Días antes de la conferencia, el Ministerio de Defensa de Uruguay desarticuló lo que hubiera sido una nueva base dormida en el centro del país, junto al único aeropuerto internacional fuera de la franja costera.
El proyecto consistía en la construcción de apenas un barracón, pero el modo de operar es significativo. Fue elaborado por el Comando Sur y propuesto directamente a las fuerzas armadas uruguayas, con financiamiento estadunidense y con la excusa de capacitar frente a desastres naturales, pero sin consultar al Ministerio de Defensa. De haberse concretado, supondría otorgarle la llave del país a Estados Unidos con la excusa de la capacitación humanitaria (Brecha, 12 de octubre de 2012).
Días atrás, militares uruguayos participaron en ejercicios en Florida, sede del Comando Sur, pasando por encima de las autoridades civiles, que suelen enterarse cuando los militares ya están volando. Situaciones muy similares suceden en Argentina, no así en Brasil y Venezuela. El Pentágono negocia directamente con los militares, como si se tratara de TLC entre las fuerzas armadas. La desarticulación de este modo subversivo de operar generó malestar diplomático en Montevideo y en Buenos Aires, donde también cortaron las alas del grupo militar de Estados Unidos en Argentina.
El Consejo de Defensa Sudamericano de la Unasur aún no pudo concretar su doctrina para una defensa regional coordinada. Cada paso adelante cuesta meses y arduas negociaciones, mientras la potencia que nos considera su patio trasero sigue desarrollando la capacidad para proyectar poder y fuerza, como dijo Panetta.
Sin embargo, la ofensiva lanzada en Punta del Este chocó con la oposición de un grupo de países que no están dispuestos a dejarse imponer las políticas que Washington ensaya desde hace medio siglo, como le dijo el ministro brasileño Celso Amorim al jefe del Pentágono.
Aplausos



  El Pentágono negocia directamente con los militares, como si se tratara de TLC entre las fuerzas armadas




  El Observador  
16 de octubre 2012
Molestia de EEUU tras rechazo a un centro de formación militar 
Uruguay no aceptó financiación a escuela de idiomas en Durazno para tropas de las misiones de paz 

El rechazo de Uruguay a que Estados Unidos establezca un centro de formación militar en Durazno para personal que participe en misiones de paz de las Naciones Unidas, generó molestias en la administración del presidente Barack Obama.

En el gobierno de EEUU sienten que –pese a los esfuerzos de ese país de actuar con transparencia– hay quienes en Uruguay no dejan atrás la idea de la guerra fría.

La propuesta era negociada a nivel diplomático. Los militares de Uruguay la apoyaban y consideraron que “al menos merece ser estudiada”.  Sin embargo, el mando político del Ministerio de Defensa la rechazó. “Políticamente no es aceptable que un centro americano se instale dentro de un predio militar uruguayo. No hay condiciones para hacerlo”, dijo a El Observador el subsecretario de Defensa, Jorge Menéndez.

Voceros diplomáticos de EEUU explicaron que el planteo es para capacitar personal y no para crear una base de entrenamiento. La obra sería financiada por el Departamento de Estado con el objetivo de apoyar a los países que participan como cascos azules de la ONU. En ese centro se enseñaría, por ejemplo, francés a uruguayos que van al Congo.

 La jefa diplomática sostuvo que su país está interesado en firmar "lo antes posible" un nuevo acuerdo en la materia, para lograr una relación "madura y avanzada" entre ambos países

"Estamos listos" para iniciar una "nueva etapa" en cooperación en defensa con Uruguay, afirma la embajadora de Estados Unidos.
Una "cuestión de soberanía" enlazada con la histórica desconfianza de la izquierda uruguaya hacia Estados Unidos, complicó desde hace algunas semanas la cooperación en defensa entre ambos países, cuyas administraciones -sin embargo- aseguraron en las últimas horas que su relación es "muy buena" y que "no hay animadversión".
En un contexto marcado por informaciones de medios de comunicación acerca de un enfriamiento en el vínculo bilateral en defensa, la embajada de Estados Unidos se preocupó en las últimas horas por dejar en claro que quiere mejorar la cooperación con Uruguay en esa materia. "El gobierno uruguayo tiene todo el derecho de tomar decisiones sobre qué tipo de cooperación quiere y no quiere, y nosotros respetamos esa decisión", explicitó la embajadora estadounidense, Julissa Reynoso, en declaraciones a Búsqueda formuladas ayer miércoles 17.
"Tenemos una relación muy buena con el gobierno de Uruguay. Hemos trabajado de cerca con ellos en defensa, eso no es nuevo, y hemos ingresado en negociaciones formales, porque tenemos un acuerdo de cooperación en defensa que es de 1952, y lo queremos mejorar. Estamos viviendo tiempos nuevos y es necesario mejorar ese acuerdo. El secretario (de defensa, Leon) Panetta le entregó un borrador al ministro (Eleuterio) Fernández Huidobro, como el comienzo de una nueva etapa con Uruguay en asuntos de defensa, una etapa madura y avanzada. Estos rumores e información equivocada de que estamos en tensión no son correctos", afirmó Reynoso.


Estados Unidos se mantiene enfocado en actualizar su acuerdo de cooperación en Defensa con Uruguay más allá de señales o manifestaciones públicas, indicó la jefa diplomática: "La intención es llegar a un acuerdo nuevo para poder tratar de firmarlo lo más pronto posible, que ambos gobiernos estemos cómodos con ese acuerdo. Estamos trabajando juntos, tenemos muchos proyectos, mucha cooperación, Estados Unidos está invirtiendo mucho capital. El secretario Panetta claramente le planteó al ministro Huidobro y al presidente Mujica que estamos listos para escuchar de ellos, del gobierno de Uruguay, cómo podemos avanzar de manera amplia en esta cooperación", declaró.
En paralelo, un alto jerarca de gobierno reconoció a Búsqueda que una de las decisiones que más distorsionaron la cooperación binacional -la negativa a aceptar como donación una construcción militar en Durazno- respondió, por un lado, a una "cuestión de soberanía" y, por otro, a la inviabilidad política del proyecto en virtud de los históricos prejuicios de la izquierda hacia la potencia del norte. Sin perjuicio de ello, la fuente sostuvo que no hay "animadversión" alguna de las autoridades uruguayas hacia Estados Unidos, y que la cooperación en defensa se mantendrá o incluso mejorará.

Desconcierto.
En agosto surgieron las primeras señales de que la relación bilateral en defensa empezaba a complicarse. Un oficio del Ministerio de Defensa hacia todas las agregadurías en el exterior, por el cual se prohibieron los contactos directos de oficiales uruguayos con colegas extranjeros para evaluar asuntos de intercambio militar, congeló de hecho la cooperación con Estados Unidos y desconcertó a sus funcionarios. En concreto, el gobierno había rechazado una donación propuesta por la administración del presidente Barack Obama, consistente en la construcción de un gran "barracón" en predios del Ejército en Durazno. Los estadounidenses interpretaban una contradicción entre las negociaciones binacionales por un nuevo acuerdo de defensa ?por un lado- y ese tipo de señales políticas por otro (Búsqueda Nº 1.679). Más allá de eso, una delegación de primera línea estadounidense llegó a Uruguay para la X Conferencia de Ministros de Defensa de las Américas, que se realizó en Punta del Este entre el lunes 8 y el miércoles 10. El propio Panetta encabezó el grupo, que hizo evidente su interés por profundizar una relación históricamente buena con Uruguay, al punto de que en una reunión con el presidente José Mujica y Fernández Huidobro entregó un proyecto de acuerdo de cooperación en defensa.
En contraste, durante las siguientes horas las autoridades uruguayas trataron con -al menos- frialdad a Estados Unidos en cada una de sus apariciones públicas. Primero, el subsecretario de Defensa, Jorge Menéndez, no realizó en conferencia de prensa mención alguna al proyecto planteado por Estados Unidos; de hecho, al día siguiente atribuyó esa omisión a que lo olvidó y a que los periodistas no se lo habían preguntado.
También en el marco de la Conferencia de Ministros, Fernández Huidobro manifestó de forma pública que en el pasado "Uruguay estaba total y absolutamente alineado" con Estados Unidos, al extremo de que integraba sus "huestes", y remarcó que por ese motivo el actual acuerdo de cooperación en Defensa es una "pieza de museo" (Búsqueda Nº 1.683). La "base". El viernes, el semanario "Brecha" publicó que Estados Unidos manifestó al Ministerio de Defensa su molestia por el rechazo a la donación del "barracón" en Durazno, y señaló la hipótesis de que el interés norteamericano sea disponer con ello de una potencial "base militar de avanzada" en territorio nacional.
La instalación iba a ser destinada al entrenamiento de personal para Operaciones de Mantenimiento de Paz (OMP) de Naciones Unidas, como las que desarrolla Uruguay en Haití y en la República Democrática del Congo. Además, según fuentes militares que consultó Búsqueda, el Ejército pensaba aprovechar esas instalaciones para guardar vehículos, en el marco de la mudanza del Batallón de Infantería 13, cuyas primeras fases ya se iniciaron. Por ese motivo, en un contexto de reestructura de unidades con escasez de dinero para financiarla, el rechazo de la donación estadounidense "complicó" las cosas, dijeron las fuentes castrenses.
Sobre ese punto, la embajadora Reynoso subrayó: "El proyecto de Durazno es usar una construcción que ya existía, mantenerla, avanzar en la construcción de esa infraestructura para mejorarla y darle la capacidad de entrenar. Estados Unidos no apuntaba al entrenamiento, sino a la infraestructura. Mejorar esa planta, hacer un campo nuevo para entrenar personal que participe en operaciones de paz, pero de ninguna manera, por ninguna vía que se pueda ver esto, estábamos imaginando hacer una base ahí".
En cualquier caso, la diplomática añadió: "Es una decisión interna del gobierno uruguayo. Nosotros estamos cooperando en muchos asuntos con el gobierno, con el ministro, con Defensa. Y este proyecto en particular no fue aceptable y eso es una decisión interna. Obviamente, uno quiere que cuando uno ofrece todo vaya bien, pero hay asuntos en los que eso no es aceptable y eso está completamente bien".
En esa misma línea respondió Reynoso cuando se le preguntó por el oficio del Ministerio de Defensa, con el cual prohibió las gestiones entre militares sin autorización previa de los jerarcas políticos. "El Ministerio de Defensa ha tomado decisiones administrativas internas que tienen que ver con su gestión y que no tienen nada que ver con nosotros -indicó-. Nosotros cooperamos con el Ministerio de Defensa, ese es nuestro contacto principal. La manera en que ellos manejan la información y las decisiones internas, de cómo van a hacer cosas con los gobiernos extranjeros, con los Estados Unidos, es algo interno del Ministerio. Nosotros estamos preparados para trabajar con el Ministerio de Defensa de la forma en que ellos lo indiquen y lo orienten, y las decisiones internas de con quién, cómo o qué, las toman ellos".



Las dos caras de la defensa

 

 

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