jueves, 14 de noviembre de 2013

Mujica, el divisionista

Activistas a favor de la despenalización del aborto en Montevideo 25 de setiembre 2012


El Presidente, haciendo uso de la tremenda cobertura medíatica de la que goza, no pasa semana sin que ataque a algún sector del pueblo. Denigra, insulta, intenta humillar y se burla de organizaciones, activistas, grupos de interés, gente que reclama, etc. Eso sí bien seleccionado: siempre contra sectores del movimiento popular. Su táctica es que en lugar de abordar una respuesta a lo que se plantea DESVIAR LA ATENCION SIN DAR UNA RESPUESTA Y EN CAMBIO CONCENTRAR EL PROBLEMA EN QUIENES RECLAMAN. Escupió a los maestros cuando reclamaban sueldos decentes al menos un mínimo para vivir y pedían por las condiciones deplorables de los edificios, concentró la atención en que casi que eran unos privilegiados que "trabajaban cuatro horas por día", de la misma manera afirmó que maestros y profesores "tomaban a los alumnos como rehenes" (usando la terminología y los métodos de Bush), o lo mismo sostuvo contra los bancarios en conflicto o contra los recolectores municipales, con lo mismo denigró a los enfermeros en los centros de salud agregándose a su  larga lista de improperios y basura verbal contra las organizaciones de los trabajadores.

Las organizaciones populares reclaman ante algo que está mal. Mujica está al frente del Gobierno pero en lugar de responder sobre los reclamos y la realidad que los motiva, los ataca con basureo aprendido y ejercido en bares, boliches y ferias. El objetivo es desviar la atención y además procurar ENFRENTAR SECTORES DEL PUEBLO CONTRA SECTORES DEL PUEBLO de manera tal de socavar la unidad popular y debilitar a ésta, considerada como enemigo prioritario, debido a la resistencia a los efectos de la política neoliberal acordada y apoyada por el imperialismo. Jamás nunca ha procurado que los sectores populares que reclaman enfrentaran al enemigo de clase, para que chocaran contra el imperio, las patronales y la burguesía en general. Los insultos y agravios de Mujica van destinados al sector del pueblo que reclama presentándolo como "privilegiado" ante los sectores aún mas desfavorecidos, buscando de ésta manera, el impedir una unidad del conjunto del pueblo.

Se dirige a los sectores mas pobres y les dice que los que reclaman son privilegiados que no hacen nada por los más pobres, subjetivamente colocándo a los sectores que reclaman como los responsables de la situación de los con menos recursos y hasta que se quieren llevar todos los dineros estatales y dejarlos a ellos sin nada, como llegó a plantearlo frente a los reclamos de los funcionarios del estado. Es la misma prédica de la ultraderecha y los fascistas en la Europa en crisis contra los inmigrantes, o en los EE.UU. contra los "sin papeles", llevando a la confrontación de unos trabajadores contra otros acusando a unos de sacarle a los otros sea trabajo o recursos sociales. Mujica invierte la relación: los con trabajo le "sacan" los recursos a los sin él. Con ello pretende eludir la responsabilidad del estado frente a ambos sectores y en concreto les niega y recorta a todos porque ha aceptado las condiciones del FMI y los Mercados que demagógicamente "critica" en foros internacionales.

Esta prédica supuestamente "populista" de "preocuparse" por los más pobres se hace a costas de negarle a quienes reclaman y encima crear un clima social forjando enemigos en las mismas filas del pueblo. Es una prédica muy pero muy peligrosa para la democracia tal cual lo demuestran los citados ejemplos en la Unión Europea y en los mismos EE.UU. en donde el auge del fascismo encuentran sostén en este tipo de demagogia. Según Mujica el reclamar la igualdad de las mujeres es negarle ayuda a las mujeres pobres. Condena a quienes reclaman la igualdad porque no ejercen labores de caridad con los más afectados por la miseria, ya que "en lugar de reclamar igualdad deberían hacerle un guiso a las mujeres más pobres". Está prédica demagógica -lo repetimos- es la misma que emplea la ultraderecha fascista. En Grecia el partido nazi que asesina a la gente de izquierda al tiempo que reparte comida entre los mas necesitados, eso sí, si son griegos y no inmigrantes o gente de color. Los ejemplos sobran y están diariamente en los titulares de la prensa mundial. Lo que asombra es que los legisladores de su partido, el Frente Amplio, empezando por las senadoras del MPP , su "barra chica", no estén haciendo guisos en los barrios populares y cuidando chiquilines de manera de "dar un mano". Asombra también que el PIT-CNT no condene ésta prédica nefasta y altamente peligrosa. Así como llama la atención el que la senadora Constanza Moreira no reaccione y condene este intento de Mujica por ocultar que es el gobierno que preside Mujica el responsable de NO SOLUCIONAR LOS PROBLEMAS DE LOS MÁS NECESITADOS.

Colectivo del Blog Noticias Uruguayas


"En el país hay gente que pelea por derechos, donde hay corrientes feministas que piden que en esta sociedad de machistas se le abran oportunidades a las mujeres para ocupar todos los cargos por sus condiciones, pero de esas uruguayas sumergidas, llenas de hijos no se acuerda nadie", dijo. "No he visto que vayan a hacer un guiso a mujeres que están levantando paredes, parece que no son mujeres y cargan con la doble discriminación de ser mujeres, estar abandonadas y ser pobres", agregó.
Mujica dijo que el Plan Juntos está especialmente enfocado en las mujeres pobres con hijos y "que quedan abandonadas".
Mujica reconoció que una casita que no se llueva, un baño donde se puedan bañar, "no es la solución global de los que están olvidados. Pero si no se arranca por ahí no hay nada. Y la sociedad tiene que entender que hay que dar, porque a la vuelta de los años, cómo se formen esos botijas va a ser el resultado del conjunto de la sociedad".
Afirmó que, cuanto más rica está la sociedad y más crece la economía, más tiende a olvidarse de aquellos que quedan al costado del camino. Indicó que se debió enfrentar un "montón de dificultades" para desarrollar el Plan Juntos, y que "la batalla burocrática es a veces más difícil que levantar paredes".
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Carta de una feminista joven a un presidente viejo

Recibimos y publicamos.
Querido Señor Presidente:
A propósito de sus palabras sólo puedo pensar en el profundo desconocimiento que tiene del trabajo que durante años ha llevado adelante el movimiento feminista en el país. En su discurso se identifica la noción que tiene del feminismo como pensamiento único, europeo, liberal, autorreferencial y estático.
Las mujeres pobres, las olvidadas, las otras de las otras del mundo, son el sentido de la lucha y la agenda por la reivindicación de muchas organizaciones feministas en nuestro país. Recordamos todos los días y dedicamos nuestros esfuerzos a incidir en el mejoramiento de las condiciones de vida de la sociedad. Eso tiene que ver con el trabajo sostenido durante más de 30 años para mejorar las condiciones de salud sexual y reproductiva de las mujeres, con desnaturalizar el modelo que establece roles y conductas entre los géneros, para mejorar condiciones de trabajo, accesibilidad, para visibilizar que el trabajo productivo subsiste por el trabajo invisible de miles de mujeres*.
Porque es claro que sin la satisfacción de necesidades básicas que se traducen en el ejercicio de derechos sociales no es posible ejercer otros derechos. La magra representación de la mujer en la política es consecuencia lógica de dicha exclusión, por lo que las reivindicaciones no son excluyentes ni lineales, apuestan a cambios estructurales y complejos, en un contexto donde vivimos todavía la emergencia de la violencia machista que nos está matando.
Abrazamos causas que, en sectores políticos de todos los colores, todavía conservan murallas decimonónicas, infranqueables, como el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo o a desarrollar actividades que desafíen las categorías fundantes de la división sexual del trabajo. Así las posturas patriarcales provengan de sectores “progresistas” o de los conservadores más rancios, mantienen su punto de contacto y refuerzan la sociedad en la que vivimos. Caminamos por un sendero donde el lugar de la toma de decisiones está repleto de corbatas y años acumulados de patriarcado que repercuten en la vida y en los cautiverios de las mujeres, más drásticamente de las mujeres más pobres, de eso no hay duda.
Ante la fórmula de la discriminación naturalizada, es fácil pensar que somos las propias mujeres las que no nos acompañamos en un camino de infortunio.
El movimiento feminista no es estático, está en movimiento y en renovación, mujeres de todas las edades, orígenes -étnicos, sraciales, nacionales-, orientaciones e identidades de género nos sumamos para terminar con un modelo maniqueísta que establece reglas y conductas, que cuestiona a las mujeres que hacen algo por terminar con la desigualdad patriarcal, olvidando que es el machismo visible e invisible el que oprime, lastima, somete y mata mujeres todos los días.
Toda la exclusión de la que habla, sumada a la cosificación del cuerpo, la expropiación de bienes materiales y simbólicos, culmina precisamente en la expulsión de las mujeres de los espacios de toma de decisiones, tanto en el ámbito privado como en el público.
Pensar una mejor representación política tiene que ver con evidenciar que no hay neutralidad en las palabras, ni en los actos, ni en los procesos históricos que han culminado con la bajísima representación de mujeres en la política.
La batalla hay que darla en todos los frentes, todos los días, trabajando sí en las precondiciones básicas que construyen una sociedad más justa, en la vida de mujeres de carne y hueso, pero también en las mentes anacrónicas que dirigen el país y que no reconocen los impactos de la desigualdad estructural y los obstáculos para llegar a romper el tan famoso techo de cristal, que cada vez es más opaco y espinoso.
Ese machismo expansivo se comprueba en la constante visión minimizada que esbozan algunos sectores en contra del movimiento feminista. Los logros siempre serán eclipsados por la cultura hegemónica, la misma que habla de un “pecado original“, de un paraíso y un infierno.
La protección de los derechos fundamentales es condición para garantizar la democracia. Nuestras reivindicaciones se convierten en la lucha de todas las mujeres, en abrir espacios cada vez más amplios, más inclusivos y diversos.
Si es un tema que le preocupa, lo invito sinceramente a que se acerque -auténticamente- al movimiento feminista que lleva años cambiando la cabeza de las personas en pos de la igualdad. A mí me cambió la vida.
*Es por ello que hemos seguido de cerca el proceso de construcción del sistema de cuidados, desde su espectacular lanzamiento hasta el estrepitoso fracaso que tuvo que ver con una reducción presupuestal no justificada.
Valeria España integrante de Cotidiano Mujer


Política 13.11.13
Mujica, el intelectual.

Columna de opinión.
 
Mujica tiene la capacidad de tomar distancia de su actividad como gobernante para darle una mirada crítica a su accionar y al de su fuerza política, como gobernante. Es un ávido lector, un observador atento de los procesos presentes y pasados y un constante provocador del sentido común instalado, que ha interpelado varias de las ortodoxias que conviven dentro de la izquierda. Lee, estudia, opina críticamente, y no pocas veces intervino lúcidamente en la esfera pública nacional e internacional. Es decir: Mujica hace varias de las cosas que hace un intelectual. Tal vez pueda ser considerado uno de nuestros más influyentes intelectuales públicos. Sin embargo, parece no gustarle que otros se dediquen de manera sistemática o profesional a hacer lo que él hace.
La semana pasada el presidente retomó sus cíclicas diatribas generalizantes y ambiguas contra los "intelectuales": "Nada puede igualar en nocividad a los pequeños burgueses acomodados profesionalmente en el oficio de criticar todo lo que se hace". En este caso su cuestionamiento abarcó desde los escribanos y abogados "que defienden a los ricos" hasta aquellos de izquierda que "no están para nada". Para él, todos son profundamente individualistas, hipócritas y no se comprometen con ningún proyecto colectivo. Los caricaturiza diciendo que "ni se les pasa por la cabeza comprar medio kilo de chorizos para compartir con los que necesitan" y que "empiezan haciendo vacaciones en Punta del Diablo, o lugares parecidos, recalan en Florianópolis y al final hacen algún viajecito a Miami".
Ya nos estamos acostumbrando a estas frecuentes intervenciones, en las que el presidente pone muchos gatos en la misma bolsa. Seguramente, si Mujica afinara la mirada, la conversación podría ser más productiva. Se podría discutir abiertamente sobre aspectos de la vida universitaria como la relación entre conocimiento y gestión o lo que ha pasado con las ideas de izquierda en el mundo académico, entre otras coas. Pero las generalidades del presidente cancelan todo diálogo razonable.
De todos modos, si repasamos su historia personal y la de la organización política que él ayudó a construir, sus planteos resultan algo extraños. Mujica ha tenido una larga preocupación por la formación intelectual y, como él lo ha testimoniado, la experiencia académica lo impactó fuertemente a fines de los 50. Por aquellos tiempos Mujica tomaba cursos en la Facultad de Humanidades y según cuenta disfrutaba muchísimo las tertulias que se ambientaban entre estudiantes y profesores. En múltiples discursos el presidente ha mencionado al escritor Paco Espínola, al español José Bergamín, al antropólogo brasileño Darcy Ribeiro y a varios compañeros de estudio, como los antropólogos Renzo Pi Ugarte y el escritor Alejandro Paternain, entre otros.
En los 60 los tiempos de la política se volvieron más urgentes y Mujica abandonó la educación formal, pero su interés por las ideas continuó. Mujica está muy consustanciado de los debates del revisionismo histórico, de la llamada izquierda nacional en Argentina, así como de los infinitos debates académicos y políticos que se dieron dentro de la izquierda latinoamericana. En aquel momento militante e intelectual no resultaban figuras contradictorias. La política era un espacio de formación intelectual.
Por otra parte el MLN-T, que Mújica ayudó a construir, estuvo muy cercano a la vida académica y universitaria. Múltiples ejemplos lo atestiguan. Raúl Sendic, su principal líder, fue un estudiante de Derecho que a fines de los los 50 promovió la organización de los trabajadores rurales con el apoyo de la Juventud Socialista y las redes que había construido en el centro de estudiantes de Derecho. Lucía Topolansky integró una agrupación estudiantil de la Facultad de Arquitectura que a fines de los 60 terminó en el MLN-. En 1968 los tupamaros reconocían en un documento que los estudiantes secundarios y universitarios serían un actor central en la construcción de un movimiento revolucionario. De hecho, dicho aluvión estudiantil sería lo que terminó de transformar a los tupamaros en una fuerza política protagónica del período.
1968 también marcó un viraje en la visión de ciertas izquierdas en relación al mundo académico. Una suerte de antiintelectualismo de izquierda comenzó a impactar sobre la izquierda más radical. Se creía que la revolución estaba "a la vuelta de la esquina" y que el trabajo académico debía ser sacrificado en pos de la lucha revolucionaria. Benedetti lo ilustró gráficamente en un poema sobre la muerte del Che: "Da vergüenza el confort...cuando tú, comandante, estás cayendo".
Después llegó la dictadura, con otras maneras más radicales, sangrientas y brutales de antiintelectualismo. Los dictadores tuvieron muy claro el papel que había tenido la educación en general y la universidad en particular en el proceso de radicalización y crítica social que se había desarrollado en los 60. Así fue que arremetieron contra las ideas, instituciones y personas vinculadas a aquel mundo académico. Cuando volvió la democracia, izquierda y universidad se reencontraron. Incluso los tupamaros retomaron cierta cercanía: reconocidos militantes del movimiento, como Ernesto Agazzi y Ricardo Ehrlich, tuvieron roles destacados en la vida universitaria. Sin embargo en los últimos años algo parece empezar a romperse.
Lo paradójico es que más allá de las diatribas que Mujica reitera varios actores universitarios han tenido un importante involucramiento en asuntos centrales del accionar de estos ocho años de gobiernos progresistas. Entre otros aspectos podemos mencionar las políticas fiscales, los estudios sobre desigualdad y pobreza, el apoyo a las políticas del Ministerio de Desarrollo Social, el apoyo a las políticas de diversidad sexual, y por último, las investigaciones sobre las violaciones a los derechos humanos cometidas en dictadura. De todos modos dicho involucramiento no inhabilita a estos académicos a pensar libremente, tan libremente como lo hace el presidente Mújica sobre su propio gobierno. La diferencia es que a ellos se les paga para que tengan una mirada crítica abierta que, sin negar sus referencias ético-políticas, se sitúe a cierta distancia de las pasiones coyunturales.
La revolución ya no está a la vuelta de la esquina; Mujica recupera la forma sin el contenido de aquel discurso. Tal vez por eso mismo es que el presidente opta por inventar un conflicto con un supuesto enemigo que no es tal. La política muchas veces requiere construir un antagonista. Pero en estas circunstancias de crecimiento e inversión extranjera -aquello que en su tiempo se llamaba el "enemigo de clase"- los antagonistas tradicionales de las políticas de izquierda son un bien a preservar. Frente a esto el presidente opta por dar una "lucha de clase decorativa". Parece mucho más fácil destilar veneno contra aquellos que no tienen poder que contra los que sí lo tienen.
Aldo Marchesi






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