jueves, 8 de mayo de 2014

Injusticia tributaria: los capitalistas pagan menos cuanto más ganan

Al revés: para darle a los ricos




Antonio Elías (*)

La Red de Economistas de Izquierda del Uruguay (REDIU) polemizo fuertemente con el gobierno y las principales fuerzas del Frente Amplio desde el 2007 cuestionando la reforma tributaria porque, sostenía la REDIU, se favorecía al capital en detrimento de trabajadores y pasivos. Múltiples ejercicios estadísticos basados en la Encuesta Continua de Hogares fueron utilizados para fundamentar las bondades de la reforma y refutar las críticas.

Siete años después una investigación universitaria basada en microdatos de la Dirección General Impositiva demuestra que los capitalistas pagan una tasa efectiva (1) menor cuanto más ganan. La consigna que “pague más el que tiene más” se transformó en que “pague más el que gana más” si es trabajador o pasivo, pero no para los capitalistas. De lo que tiene que pagar “el que tiene más” nunca más se habló.

1.- La reforma tributaria es una pieza más del proceso de acumulación capitalista

Los modelos tributarios son históricos, se entrelazan con los debates teóricos y políticos de cada época por lo tanto son producto de la correlación de fuerza y los pactos dominantes - equilibrios dinámicos de la lucha de clases - existentes en cada sociedad.

El neoliberalismo impulsó una reestructura económica mundial, el fortalecimiento de la hegemonía del capital y una reformulación del papel del Estado en detrimento del Estado del bienestar con fundamentos Keynesianos. En los espacios nacionales de América Latina se conforman coaliciones excluyentes, integradas por el gran capital transnacional y sectores de las clases dominantes locales, obscenamente ricas en contraste con pobreza de las economías que le sirven de marco. Los sistemas políticos nacionales, salvo contadas excepciones, aplican leyes y políticas económicas que son fundamentales para articular un orden internacional desregulado que beneficia a los más fuertes en detrimento de los débiles. La concentración de la riqueza en unos pocos y la exclusión social de las grandes mayorías son dos caras de la misma moneda.

La política tributaria en América Latina ha transitado de un modelo que gravaba los ingresos productivos, en especial del sector exportador, hacia otro que grava el gasto (impuestos indirectos) a través del IVA. La implantación del IVA se fundamenta en un aumento en la eficiencia y la ampliación de la base impositiva. El concepto teórico-político detrás de los cambios es la tipificación de una crisis de financiamiento de los Estados, expresada en los déficits fiscales, cuyas causas se identificaban con la baja recaudación y con los excesos de gasto. No es inocente este cambio de criterio porque exonera el ahorro.

Uno de los ejes programáticos fundamentales del Frente Amplio y del movimiento sindical desde la caída de la dictadura cívico-militar estuvo en reposicionar el papel del Estado para orientar la economía, los instrumentos de política económica - y en especial la política fiscal-, para redistribuir la riqueza nacional y los flujos de ingreso. En tal sentido, el sistema tributario tiene especial importancia porque explícita o implícitamente elige los sectores estratégicos y los grupos sociales que se priorizan, a la vez que determinan quienes soportan la carga tributaria. Es decir, define los aliados estratégicos, el estilo de desarrollo a que se apunta y las normas de apropiación del excedente.

Contra lo esperado, de acuerdo a la historia y el programa del Frente Amplio, la política económica y la reforma tributaria inserta en ella no buscaron una diversificación económica, la industrialización del país, el aumento del valor agregado nacional y la reducción de la dependencia estructural, por el contrario, favoreció el masivo ingreso de capitales extranjeros y la primarización de la economía.

2.- Los resultados demuestran que se benefició al capital y se perjudicó al trabajo

Con un modelo de crecimiento de ese tipo, que obviamente no es un modelo de desarrollo, no podría existir una mejora en la distribución de la riqueza y consecuentemente mejoras significativas en la distribución del ingreso, lo que tampoco fue un objetivo de esta reforma tributaria dual en la que paga menos proporcionalmente el que gana más si recibe rentas del capital. En efecto, en el cuadro siguiente se observa que las tasas efectivas aumentan cuando crecen los ingresos en el caso de trabajadores y jubilados, pero las correspondientes a los ingresos del capital decrecen a partir del sexto decil.

Los que reciben rentas del capital pagan una tasa efectiva superior al 11% hasta el noveno decil, luego baja a 9,7% en el décimo y llegan a 9,4% en el 1% más rico (en ingreso anual y, sin duda, en riqueza acumulada). Al respecto los autores de “Desigualdad y altos ingresos en Uruguay” (2) afirman que: “el actual esquema de tributación a los ingresos de capital operaría manteniendo o reforzando su concentración, ya de por sí muy elevada” (p. 41) y que “parecería que la composición de los ingresos de los sectores de más altos ingresos está más volcada hacia aquellas rentas del capital con mayores exoneraciones. (p. 48).

Los trabajadores, por su parte, no pagarían prácticamente nada hasta el octavo decil y luego la tasa efectiva es creciente: noveno decil (4%); décimo decil (11,3%); uno por ciento mayor (15,9%); uno por mil más rico (19,8%).

Los pasivos, por su parte, no pagan hasta el séptimo decil y luego tienen una tasa efectiva creciente. En el decil superior llega a 10,4%, en el uno por ciento alcanza el 13%, aunque baja en el uno por mil a 8,4%.


Hay dos elementos que ayudaran a comprender estas estimaciones estadísticas: uno es el umbral de ingresos (el mínimo que hay que recibir para pertenecer a un determinado decil o percentil de ingresos); el otro es el ingreso promedio de ese decil o percentil. El trabajo que estamos reseñando tiene como objetivo los altos ingresos y por tanto no se dispone, lamentablemente, de datos para los nueve deciles de menor ingreso.

Puede observarse que el uno por mil (2.350 contribuyentes) (3) tienen un ingreso promedio de casi nueve millones de pesos y pagaron una tasa efectiva de menos de 10% si son capitalistas o pasivos; en cambio los que reciben ingresos laborales pagaron más del doble.

Si se ve el uno por ciento (23.500 contribuyentes) se percibe que tenían ingresos promedio de dos millones seiscientos mil pesos y que pagaron una tasa efectiva de 9,4% si recibían ingresos del capital y aumentaba a 13,5% si eran pasivos y a 15,9% si eran ingresos del trabajo.

En el decil superior (235 mil contribuyentes) donde los ingresos promedio alcanzan a 841.577 pesos, la diferencia de tasas efectivas son menores, aunque siempre paga menos el capital.

Un aspecto a destacar es la alta concentración de la recaudación de la DGI en los contribuyentes del décimo decil: 83,2% de las rentas del capital; 44,8% de los ingresos del trabajo; 25,5% de las pasividades.

El alto nivel de concentración de los ingresos del capital se hace más evidente con el siguiente dato: el 48,7% de los aportes tributarios del capital lo hacen aquellos que integran el 1 uno por mil de mayores ingresos.



3.- La pobreza y la exclusión como contrapartida de la concentración del ingreso

El cuadro muestra con contundencia los muy bajos ingresos de la mitad más pobre de la población. El mínimo de ingresos para ser parte del 50% superior de la población era de 87.216 pesos, o sea, 7.268 pesos por mes. La línea de pobreza per cápita, promedio anual, era de 7.534 pesos mensuales en Montevideo y de 5.080 pesos en el interior urbano. Con esos datos se verificaría que todos los que integraban la mitad de menores ingresos y vivían en Montevideo estaban por debajo de la línea de pobreza.

Lo anterior no se refleja, al menos estadísticamente, porque el Instituto Nacional de Estadística (INE) imputa como un ingreso efectivo el seguro de salud para los trabajadores formales y sus dependientes. Lo cual no sucedía anteriormente con los servicios de salud que recibían los trabajadores.

Debe quedar bien claro que la reducción de la pobreza y la indigencia no implica necesariamente la reducción de las desigualdades en el ingreso, menos aún en la riqueza. Proponer reducir la pobreza y la indigencia aplicando mayores impuestos a trabajadores y pasivos, a la vez que se exoneran y/o reducen los impuestos al capital, es una buena receta para los ideólogos de las clases dominantes.

Lo realmente lamentable es que la reforma tributaria que genera estas situaciones se haya presentado como una reforma de “izquierda” y haya sido implementada por el equipo económico de un gobierno “progresista” que aplico la progresividad de las tasas solamente a trabajadores y pasivos y le impuso tasas fijas al capital independientemente del nivel de ingreso.

La “generosidad” con el capital se demuestra, además, con lo pagado en 2011 por IRPF al trabajo ($ 18.421 millones), IRPF al capital ($ 2.946 millones) y por el IASS ($ 3.061 millones). El 88% de esos impuestos lo pagaron trabajadores y pasivos, mientras que el capital solo pagó el 12%.

Estos resultados confirman que las críticas que ha realizado desde 2007 la REDIU a la reforma tributaria eran esencialmente correctas. En consecuencia es necesario elaborar una nueva estructura tributaria que cree condiciones para el desarrollo productivo con justicia social.

* Docente universitario, asesor sindical y miembro de la REDIU.

Notas:
(1) La tasa efectiva se calcula dividiendo el total pagado por impuestos por el total de ingresos efectivamente percibidos. La diferencia con la tasa nominal se puede explicar por la existencias de subsidios, exoneraciones totales o parciales, así como en los casos que existen tasas diferentes por franjas de ingresos.
(2) Gabriel Burdín, Fernando Esponda y Andrea Vigorito; “DESIGUALDAD Y ALTOS INGRESOS EN URUGUAY. Un análisis en base a registros tributarios y encuestas de hogares para el período 2009-2011”, Instituto de Economía-FCEA, Enero, 2014.
http://www.cef.org.uy/images/TallerDesigualdad2013/desigualdadyaltosingresos.pdf
(3) El total de unidades contribuyentes considerado es de 2.349.685, obra citada, p. 69.





Publicado en el Semanario “Voces”, Montevideo, el 7 de mayo de 2014.

1 comentario:

  1. Elias es un vendido que trabaja para mafias sindicales perjudicando a los trabajadores. Hizo varias reestructuras en diferentes organismos publicos favoreciendo a las jerarquias como pedia engobiernoaliado a esas mafias, que se aumentaron muchas veces el sueldo y rebajando sueldo y jerarquia del resto .Estafas que hizo a sueldo. na verguenza, mejor que se calle porquesu palabra vale mierda

    ResponderEliminar

No ponga reclame, será borrado