sábado, 4 de julio de 2015

Repugnantes integraciones





>>> Lameculos de Washington


http://www.jornada.unam.mx/2011/04/29/edito




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Rodolfo Nin Novoa: La integración reporta grandes ventajas para el desarrollo económico de los países
El canciller, Rodolfo Nin Novoa, expresó ante la Cumbre de la Alianza del Pacífico, que para Uruguay la integración económica es el medio que propicia la conformación de cadenas productivas y reporta grandes ventajas para el desarrollo de los países.


En su discurso, el canciller aseguró Uruguay “construye una integración profunda sobre los compromisos vigentes con la Alianza del Pacífico”.
Nin Novoa participó de la X Cumbre de la Alianza del Pacífico que se celebró en la ciudad de Lima, Perú.
El gobierno uruguayo ratificó su interés y compromiso en vincularse “más activamente” con el esquema de integración regional.
En tal sentido, Uruguay tiene la doble calidad de miembro fundador del MERCOSUR y Estado Observador en la Alianza del Pacífico.
En su discurso, el canciller aseguró Uruguay “construye una integración profunda sobre los compromisos vigentes con la Alianza del Pacífico”.
Recordó que nuestro país cuenta con “Acuerdos de Complementación Económica con los cuatro países de la Alianza, y con México tiene un Acuerdo de Libre Comercio”.
En materia arancelaria, dijo que podrá mejorarse en el corto plazo “profundizando las preferencias o acelerando cronogramas de desgravación”, pero aclaró que también hay una “ventana de oportunidades no arancelaria que no debe descuidarse”.
El relacionamiento comercial “no se agota en lo arancelario pueden crearse pisos de convergencia muy interesantes avanzando en todo lo que rodea a lo estrictamente arancelario pero que, sin exigir negociaciones, puede conseguirse a través de simplificaciones administrativas acordadas”, dijo el secretario de Estado.
“Las políticas públicas deben facilitar las condiciones para que un país forme parte de las cadenas globales de valor, armonizando procedimientos aduaneros y eliminando barreras administrativas”, sentenció.

Desarrollo

Nin Novoa aseguró que el gobierno uruguayo busca la efectiva inserción del país en las cadenas de producción regionales.
Dijo que Uruguay visualiza la integración económica como el medio que “propicia la conformación de cadenas productivas y reporta grandes ventajas para el desarrollo económico de los países”.
Además, aclaró que el crecimiento económico “no es un objetivo en sí mismo, sino un mecanismo para el desarrollo”.



Cuando el comercio no es integración 
Raúl Zibechi

Nacida en 2011, la Alianza del Pacífico responde a un modelo de integración hacia afuera que promueve importaciones industriales y exportaciones de productos sin elaborar, gracias a aranceles muy bajos. Algunos la visualizan como el modo de bloquear la expansión de la interconexión China-Brasil a través del Mercosur.

“Los tres gobiernos sudamericanos del grupo (Chile, Colombia y Perú) tienen en común no haber firmado el acta de constitución del Banco del Sur, no tener acuerdos comerciales vigentes con el Mercosur, tener Tlc firmados con Estados Unidos y carecer de un sector industrial nacional significativo”, escribía el economista Óscar Ugarteche días antes de la conformación de la Alianza del Pacífico, en 2011 (Alai, 26-IV-11).
La Declaración de Lima, firmada el 28 de abril de aquel año por los presidentes Alan García, anfitrión y articulador de la alianza, Sebastián Piñera, Felipe Calderón y Juan Manuel Santos, defiende “la libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas”, pero advierte a la vez que se trata de establecer la alianza “sobre la base de la homologación de los acuerdos de libre comercio existentes”.
La Alianza del Pacífico se fue consolidando rápidamente. Además de la firma del acuerdo marco se llegó a la integración de las bolsas de valores de los tres países sudamericanos a través del Mercado Integrado Latinoamericano, que se terminó de procesar en la novena cumbre, meses atrás, con la incorporación de México. El objetivo era establecer “un mercado regional para la negociación de títulos de renta variable de los tres países”, de modo que inversionistas e intermediarios tengan “un mundo de oportunidades” para “comprar y vender las acciones de las tres plazas bursátiles” (www.mercadomila.com). Los fondos de pensiones pueden moverse entre los diversos mercados nacionales sin restricciones.
MIRADAS ANTAGÓNICAS. Los cuatro países que integran la alianza representan el 37 por ciento del Pbi regional y la mitad de las exportaciones. Entre los países que tienen el estatuto de observadores figuran, en América Latina, todos los de Centroamérica menos Nicaragua y obviamente Cuba, además de Paraguay, Ecuador y Uruguay. Por otro lado, Costa Rica y Panamá son candidatos a integrarse a la alianza. A ellos se suman más de una decena de observadores de otros continentes, desde el Reino Unido y Alemania hasta China y Estados Unidos.
Un hecho definitorio para ser miembro son los tratados de libre comercio. “Si un Estado observador tiene acuerdos de libre comercio con al menos la mitad de los estados parte, podrá solicitar ser candidato para adhesión a la Alianza del Pacífico”, puede leerse en los lineamientos para los observadores.
Aunque los presidentes de los cuatro países latinoamericanos miembros plenos de la alianza se han empeñado en decir que ésta “no es contra nadie”, como suele repetir el colombiano Juan Manuel Santos, sus patrocinadores no ocultan sus intenciones. El periodista de la Cnn Andrés Oppenheimer, cercano al gobierno estadounidense, lo dice sin vueltas en El Nuevo Heraldo, de Miami: “La Alianza del Pacífico se está consolidando como un bloque económico con enorme potencial mientras que el Mercosur se está convirtiendo en un comité político y está cada vez más debilitado por disputas internas. El mundo se encamina hacia una economía de superbloques y la Alianza del Pacífico está dando los pasos adecuados para insertarse en la nueva realidad mundial” (Bbc, 21-VI-14). Mario Vargas Llosa, uno de los más entusiastas defensores de la alianza, cree que “tiene un gran futuro y será uno de esos acuerdos que van a funcionar e impulsar la integración económica, social y política de la región” (El Mercurio, Santiago, 25-I-14). El diario madrileño El País se empeña en contrastar las realidades de la Alianza y del Mercosur, con argumentos que son amplificados letra por letra por las derechas (y algunas izquierdas) de la región. La Alianza del Pacífico “ha apostado por la economía de mercado y por los acuerdos de libre comercio”, tiene mayor confianza de los inversores internacionales y los organismos de crédito y “los que gobiernan tienen una tendencia menor a caer en la demagogia”, sostiene el matutino. Por el contrario, las tres grandes economías del Mercosur (Argentina, Brasil y Venezuela) “son más intervencionistas y son percibidas como menos amigables con el libre comercio y la inversión extranjera” (13-VI-14). El País califica a los gobiernos de Buenos Aires y Caracas como “populistas” que “tienen problemas para controlar la inflación y para conseguir financiación externa”. Consciente de la poderosa influencia de su línea editorial, el diario excluye cualquier mención a la violencia en México o Colombia, en contraste con la lupa que pone sobre países como Venezuela.
LA ALIANZA EN LA GEOPOLÍTICA GLOBAL. Según el coordinador del Observatorio Económico de América Latina, Óscar Ugarteche, en los hechos la alianza incluye a Estados Unidos. “Por los tratados preexistentes Estados Unidos es el quinto integrante de hecho de la Alianza” (Bbc, 21-VI-14), escribe el economista peruano. En su opinión, el Mercosur cuenta con “un proyecto industrial encabezado por Argentina y Brasil mientras que la Alianza del Pacífico es un modelo de crecimiento por la vía exportadora de materias primas. El modelo Mercosur privilegia el mercado doméstico y los salarios, el de la Alianza está más basado en la ventaja competitiva de cara al exterior, que exige restricción salarial”.
El Mercosur abarca a 276 millones de personas, 68 millones más que la Alianza, y presenta una renta per cápita de 3 mil dólares más. “La gran pregunta es cuál de los dos modelos es el más adecuado para las necesidades del mundo actual. El debate no es nuevo. Se viene discutiendo desde los años cuarenta. Es posible que en el fondo terminen coexistiendo y complementándose”, señala Ugarteche.
Es evidente que la mayor potencialidad de la Alianza del Pacífico es su integración en un conglomerado más vasto, orientado por Estados Unidos como parte de su “cerco” a China: el Acuerdo de Asociación Trans-Pacífico. Según el analista Alfredo Jalife-Rahme, la Alianza del Pacífico “no tiene carácter ofensivo frente a China, sino más bien defensivo”, ya que se propone “impedir la penetración china a Latinoamérica” (La Jornada, 26-V-13). En opinión de Ugarteche, en cambio, la Alianza fue creada para “contrapesar la influencia de Brasil en Sudamérica” (Alai, 26-IV-11). Pero ese contrapeso no lo representan los cuatro, ni siquiera México, un país industrializado, sino Estados Unidos, dice, que es la verdadera potencia exportadora en busca de mercados. El economista sostiene que la “integración estratégica” es aquella que llevan adelante los intereses empresariales y que luego formalizan los estados. Por eso busca rastrear la cuestión empresarial y se pregunta qué hace México en el bloque. Por un lado, apunta, este país ya ha sido económicamente cooptado por Estados Unidos a través del Nafta. Por otro, tiene megaempresarios como Carlos Slim, uno de los hombres más ricos del mundo, con inversiones en los tres miembros sudamericanos del bloque.
Un reciente documento emitido por la Cepal, titulado “Hacia la convergencia en la diversidad”, defiende “la gradual convergencia entre la Alianza del Pacífico y el Mercosur”, que “constituiría una oportunidad histórica de avanzar hacia una integración de verdadero alcance regional”. El organismo de las Naciones Unidas no toma en cuenta, en sintonía con los gobiernos del Norte, otras instancias de integración regional, como la Unasur y la Celac, o bien no las considera relevantes.
Ugarteche responde que la convergencia entre ambos bloques puede ser un modo de “resucitar el Alca bajo una nueva forma”. La suma de los dos, escribe, “sesgará los acuerdos hacia los países con el menor arancel”, siguiendo el principio de “nación más favorecida” (Alai, 2-XII-14).
En su intervención, la semana pasada, en el seminario internacional Integración y Convergencia en América del Sur, previo a la cumbre de la Unasur realizada en Quito, el ex presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva destacó los problemas que atraviesa la integración regional. “La crisis económica mundial ha tenido un efecto que inhibió las iniciativas de integración”, afirmó. Hay una necesidad de los países sudamericanos de integrar sus cadenas productivas, pero también de coordinarse políticamente, y en lo social, dijo. Algunos de los logros mayores de la Unasur fueron la creación de la Escuela de Defensa Suramericana (como parte del Consejo Suramericano de Defensa) y el Banco del Sur, afirmó Lula, y enfatizó que integración implica “construir un pensamiento estratégico latinoamericano y caribeño”.
INVERSIONES PARA QUÉ. Es probable que el acercamiento entre la Alianza del Pacífico y el Mercosur obedezca a los efectos de la crisis mundial que se refleja en la actual caída de los precios de los commodities (el oro perdió un 37 por ciento, la plata más del 60, el petróleo un 40 en apenas seis meses, el cobre un 25 por ciento). El ciclo de los commodities caros puede haber llegado a su fin.
Este año la inversión extranjera directa está cayendo un 23 por ciento en América Latina, poniendo fin a varios años de expansión. La merma se nota sobre todo en los países de la Alianza del Pacífico: México es el más afectado, pero también Chile (16 por ciento menos de inversión) y Perú (menos 18 por ciento). Por el contrario, la inversión extranjera sigue creciendo en Brasil (Cepal, 24-X-14).
En este aspecto los contrastes entre la Alianza del Pacífico y el Mercosur son muy marcados. Según informes de la Cepal, en Chile la mitad de las inversiones extranjeras directas van a la minería y un quinto al sector financiero. En Colombia, más del 50 por ciento se concentra en petróleo y minería, y en Perú la minería absorbe alrededor del 70 por ciento. En Brasil, el país más industrializado de la región, la relación es justamente la inversa: la industria manufacturera absorbe alrededor del 40 por ciento de las inversiones mientras las actividades extractivas concentran apenas el 13. Argentina y Uruguay tienen una situación intermedia entre Brasil y los países andinos.
El caso más preocupante es el de Chile, por su incapacidad de absorber productivamente los flujos de inversión extranjera directa que recibe, toda vez que el 26 por ciento de ellos son reinvertidos inmediatamente fuera del país por las subsidiarias chilenas de empresas extranjeras. La Cepal concluye que el país andino, colocado como modelo a seguir por buena parte de los economistas de la región, es apenas “una puerta de entrada para otros mercados latinoamericanos”.
NO TODO ES CRECER Y VENDER. A menudo se confunde la integración con la apertura de mercados. No se trata sólo de exportar, sino de la calidad de las exportaciones, dice Ugarteche. El caso europeo es sintomático. El comercio intrazona, dentro del bloque de la UE, representa desde 1993 alrededor de dos tercios de las exportaciones de sus países miembros. Y eso no ha variado sustancialmente (70,6 en 2011). Por eso se considera que Europa es una economía relativamente autónoma. La región de Asia, convertida en la nueva locomotora del mundo, tiende hacia un comportamiento comercial similar al europeo. En 2011 el 53 por ciento de su comercio era intrarregional, mientras el de América del Norte se elevaba al 48 en el mismo año. Son economías complementarias, lo que no quiere decir que sean simétricas.
En lo que respecta a América Latina, una parte muy minoritaria de sus exportaciones se quedan dentro de la región. Pero con una diferencia sustancial entre el Mercosur y la Alianza del Pacífico. En 2013 el 14 por ciento de las exportaciones del Mercosur eran dentro del bloque (porcentaje que disminuyó desde el ingreso de Venezuela, que exporta casi solamente petróleo). Para la Alianza del Pacífico, el porcentaje es de apenas el 3,5.
En este punto surgen dos consideraciones. Una, que no hay integración sin potenciar el comercio intrazona. Dos, que en el caso del Mercosur el 70 por ciento de las exportaciones dentro del bloque son de productos manufacturados: lo que se vende al exterior tiene valor agregado por mano de obra calificada. El caso más destacado es el comercio bilateral Brasil-Argentina, que en 2013 superó los 35.000 millones de dólares, el 60 por ciento del comercio intrabloque.
Sin integración productiva no hay la menor posibilidad de integración regional, apuntan economistas como el peruano. De lo contrario, la llamada integración es apenas disminución de barreras comerciales que siempre favorecen al más poderoso.
La integración en las cadenas de valor, regionales o globales, puede ser el camino más rápido para el desarrollo industrial, piensa, por ejemplo, Lula. “Un 80 por ciento de las exportaciones mundiales de bienes y servicios corresponde a comercio en cadenas de valor, asociado a la participación de empresas multinacionales”, señalaba la Cepal en su último informe. Insertarse en cadenas como la automotriz, la electrónica, la aeronáutica, la de vestimenta, que sean complementarias y no competitivas con los demás países de la región, es uno de los pasos clave de la integración.
“Un factor importante en la conformación de las grandes ‘fábricas’ mundiales han sido los procesos de integración regional profunda en torno a megamercados. Un ejemplo destacado es la denominada ‘fábrica Asia’, espacio constituido por China, Japón, la República de Corea, Hong Kong, la provincia china de Taiwán y las diez economías que son parte de la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental (Asean). Todas estas economías forman en la práctica una región integrada por medio de los flujos de comercio e inversión extranjera directa, especialmente en el sector manufacturero”, destaca la Cepal.
Argentina y Brasil han sido capaces de crear una cadena propia, la automotriz, pero el comercio bilateral incluye más de 20 grupos de productos industriales, intermedios y de consumo final, que supone el 67 por ciento del total intercambiado. “El comercio entre ambos países es altamente intensivo en productos intermedios, con un patrón marcadamente intraindustrial en el segmento de los bienes intermedios industriales y semielaborados”, apunta la Cepal. Sólo la cadena automotriz responde por la mitad del comercio entre ambos. A ella deben sumarse desde 2013 la presencia de productos con alto contenido tecnológico, como pequeñas aeronaves (de hasta 15 mil quilos), piezas y partes para la industria aeronáutica y los productos medicinales y farmacéuticos. Otra cadena que los dos mayores socios del Mercosur han sido capaces de construir es la de la industria siderúrgica y metalmecánica. Ambos se vieron beneficiados por ese tipo de intercambio, cuya consolidación supuso decisiones políticas y marchar a menudo contra la corriente imperante. Algo así no se improvisa ni se deja al libre juego de las fuerzas del mercado. En los procesos exitosos de integración, por el contrario, esas fuerzas fueron sofrenadas.





>>>God bless America.
(en el día de su independencia,... no de la nuestra) 





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