domingo, 11 de octubre de 2015

Luis Batalla fue recordado

Sin olvido



 Homenaje. Su hermana se lleva las manos a la cabeza por la emoción. Detrás, el cuartel.

 
Por: Pedro Luis Martínez Medina
Ayer se descubrió frente al Cuartel “Treinta y Tres Orientales”, de Infantería Mecanizada Número 10, de la ciudad del mismo nombre, la placa recordatoria del primer muerto en torturas del país, durante el gobierno democrático del presidente Juan María Bordaberry.


En el emotivo acto, donde los ojos enrojecidos no faltaron, su hermana, familia, compañeros de militancia y público se hicieron presentes. Además de representantes de Presidencia, ministerios de Cultura y Defensa, Crysol y otras organizaciones, estuvieron el actual intendente Dardo Sánchez, el ex Gerardo Amaral y el diputado frentista Sergio Mier. Luego de la entonación del Himno Nacional, hicieron uso de la palabra distintos jerarcas y terminó la oratoria, el “Curita” Laxalte, compañero de “Nucho” Batalla, también integrante del PDC histórico. Fue este quien relató los sucesos vividos hace 43 años. El 23 de marzo de 1972 fueron detenidos una  numerosa cantidad de militantes de distintos sectores y llevados al cuartel, por parte de las Fuerzas Armadas.
Dos días después moría Batalla.
El “Curita” relata que de mañana se presentó en su casa un soldado, solicitando los remedios que tomaba el Nucho para el corazón, a quien respondió que esa no era la casa de él y que tampoco sufría del corazón.
Esto le abrió una gran duda, que confirmó rato después cuando otro compañero en bicicleta y sin detenerse le gritó “el Nucho está en el cementerio”.
Inmediatamente llamó al senador Juan Pablo Terra relatándole los hechos, quien le pidió que debiera constatarse la causa de la muerte y pedir las autorizaciones para abrir el cajón.
Allí habló con el padre y le trasmitió que él pensaba que no había sido el corazón sino la tortura, el hombre aceptó pero la última palabra la tenía  el hermano, Perico Batalla, que tenía un importante cargo en la Jefatura de Policía local.
Repitió a su hermano su teoría y no solo como familiar, sino también comprometido con su función aceptó, como lo hizo posteriormente el Jefe de Policía del momento, Jaime Alcina, que dijo “la Policía no actúa así”.
A todo esto, llegó de Montevideo el diputado Daniel Sosa Díaz, y se pusieron en contacto con dos médicos forenses de Melo, que a las dos de la madrugada, abrieron el cajón y constataron inmediatamente lo golpeado que estaba el cuerpo.
Laxalte acompañó al diputado a hablar en el Batallón, cuyo comandante era el Teniente Coronel Molina y la sorpresiva presencia del también Teniente Coronel Silva, de Lavalleja. Lo cierto es que dijeron que no sabían nada y cualquier pregunta debían dirigirla al Ministerio de Defensa.
Paralelamente, se habló con el Dr. Morales, del cual Batalla era paciente, y confirmó que éste no tenía ningún problema cardíaco.
Se presentó la denuncia frente al Juez García, quien ordenó una nueva autopsia a las cuatro de la tarde, pero el médico debía ser nombrado por la Policía.
Este doctor firmó la defunción por “anemia aguda por ruptura del hígado”.
La interpelación de Sosa Díaz terminó con la renuncia del Ministro de Defensa, Enrique Magnani, uno de los más allegados a Bordaberry, que ante la contundencia de las pruebas terminó admitiendo que “pasaron hechos anormales “en el Batallón 10 de Treinta y Tres.
Lo llamativo de todo esto es que aún hoy sigue sin aclararse el crimen cometido en plena democracia, y no es que no se haya hecho nada.
Hace unos años, el fiscal y el juez del departamento tenían totalmente terminada la causa, con nombres, testigos, todo, para proceder a los procesamientos y clarificación de los hechos, pero fueron trasladados- algo que hoy ya no llama tanto la atención-, como le pasó a la Jueza  Mariana Mota y todo vuelve a fojas cero.





>>> Caso Batalla
 
Luis Carlos Batalla Piedrabuena murió por torturas en el Batallón de Infantería Nº 10 de Treinta y Tres, el 25 de mayo de 1972, durante el gobierno constitucional de Juan María Bordaberry. Era trabajador de la construcción, militante del PDC, estaba casado y tenía dos hijas. Los detuvieron el 21 y cuatro días después devolvieron su cuerpo a la familia.
El caso fue indagado por parlamentarios y produjo un escándalo político. Batalla era hijo del subcomisario departamental. Los militares se negaron a dar explicaciones. Intervino el juzgado local y una autopsia confirmó que murió por “rotura de hígado”. El ministro de Defensa, general Enrique Magnani fue convocado al parlamento y renunció el 19 de julio.
El caso Luis Batalla confirmó que en Uruguay las fuerzas conjuntas estaban utilizando sistemáticamente la tortura. El golpe de Estado impidió continuar las indagaciones. La Ley de Caducidad archivó el expediente 114/86 denunciado a la salida de la dictadura ante Penal 9º turno. En julio de 2013 una gestión del Observatorio Luz Ibarburu reabrió la causa.
En la unidad militar olimareña se encontraba Pedro “el Burro” Mato, 31 años, titulado en contrainsurgencia en la Escuela de las Américas (SOA) en 1970 y con grado de capitán en el Servicio de Información y Defensa (SID) desde 1971. Citado por la jueza Riero Fernández (sustituta de Gabriela Merialdo), el militar no se presentó y fugó a Brasil.

ROGER RODRIGUEZ

Pedro Mato un asesino impune







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