"Ruidos, muchos ruidos" es lo primero que le viene a la mente a Javier Medina cuando recuerda la madrugada del 21 de abril de 1974. En ese entonces tenía siete años y no se daba cuenta de lo que pasaba. A sus padres –que enseguida lo hicieron levantarse de la cama para resguardarlo– los militares les pusieron una escopeta en la garganta. Estaban buscando a Washington Barrios, militante del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros. Pero no vivía allí, sino en la casa de al lado, en el apartamento 3 de Mariano Soler 3098 (pleno Brazo Oriental). El comando de la dictadura apuntó en esa dirección, derribó la puerta y con ametralladoras acribilló todo lo que encontró en su camino. Diana Maidanic, de 22 años; Laura Raggio, de 19, y Silvia Reyes, también de 19 –que estaba embarazada y era la esposa del militante que habían ido a buscar–, fueron asesinadas a sangre fría. Barrios no estaba en el lugar. Después fue secuestrado. Continúa desaparecido.
Javier sigue viviendo en el mismo lugar y era uno de los tantos vecinos que el sábado de tarde estaban en el homenaje a las “muchachas de abril”, como se conoce a las tres mujeres asesinadas. 44 años después, el crimen sigue impune. En 2017, el Ministerio de Educación y Cultura colocó una placa en la fachada del lugar, en el marco de la Ley 18.596 (de reconocimiento y reparación de las víctimas de la dictadura), en la que se recuerda el hecho y se proclama “nunca más terrorismo de Estado”. Un acto simbólico que está lejos de hacer justicia. Horacio Raggio, hermano de Laura, le dijo a la diaria que a los familiares de aquellas tres muchachas les “indigna bastante” que luego de 44 años siga sin haber justicia para ellas. “Esto podría haberse resuelto al otro día [del crimen], porque los responsables fueron señalados por la madre de Washington: [José Nino] Gavazzo, [Manuel] Cordero, [Jorge] Pajarito Silveira y otros más; es el mismo grupejo de siempre. La Justicia es muy lenta y perezosa. A esta altura, yo no espero gran cosa, porque nos estamos muriendo todos”, subrayó.
Mónica Wodzislawski, prima hermana de Diana, también señaló a la diaria que el proceso es lento y que el Estado “no avanzó lo suficiente” en el tema de los derechos humanos. Puso como ejemplo que en 2013 la Suprema Corte de Justicia declaró inconstitucional la ley interpretativa de la caducidad (18.831), que establecía que los crímenes del terrorismo de Estado son “de lesa humanidad, de conformidad con los tratados internacionales de los que la República es parte”. Wodzislawski explicó que todos los 21 de abril se juntan en el lugar para que las muchachas asesinadas “vivan en la sociedad uruguaya” y que cada año se suma gente nueva, muy joven, para poder conocer el hecho e investigarlo.
Al acto del sábado asistieron cerca de 150 personas, entre las que había algunas figuras políticas, como el ex vicepresidente Raúl Sendic, el diputado comunista Gerardo Núñez, la ex intendenta de Montevideo Ana Olivera y el ex director de la Institución Nacional de Derechos Humanos y Defensoría del Pueblo Juan Raúl Ferreira. Por allí también andaba Irma Leites, líder de Plenaria Memoria y Justicia. La militante le señaló a la diaria la necesidad de que la memoria del crimen siga viva y que los vecinos lo recuerdan mucho porque fue uno de los hechos “más crueles” de la dictadura. Agregó que hay un problema de “voluntad política” para esclarecer el crimen, porque “varios de los acusados siguen libres, como Armando Méndez”. “No es un problema de que no se sepa la verdad. Se sabe porque los vecinos hablaron con los jueces y fue lo que permitió avanzar en varias causas”, dijo. Por último, subrayó que, a su juicio, desde el Pacto del Club Naval “hay pactos de silencio que siguen vigentes”.


“Me emociona ver a estas gurisas, casi de la misma edad” que las asesinadas, dijo una señora en las primeras filas, en referencia a cuatro estudiantes del liceo IAVA que subieron al estrado y, a pesar de los nervios y la emoción, pudieron contar que en un proyecto de “marcas de la memoria” empezaron a conocer la historia de las muchachas de abril y se dieron cuenta de la “gran ignorancia” que existe sobre el caso, ya que hay personas que viven a una cuadra de donde sucedió el crimen, pero no están enteradas de lo que pasó, debido a “la impunidad que existe”.
Por último, las jóvenes entonaron los versos de la canción “Muchacha”, de Daniel Vigiletti: “La muchacha de mirada clara, / cabello corto, / la que salió en los diarios; / no sé su nombre, no sé su nombre. / Pero la nombro: primavera. / Estudiante que faltaba a clase, / yo la recuerdo, / la que dijo la radio, / dijo su sombra, dijo su sombra. / Pero la veo: compañera. Caminante que borra sus pasos, / yo no la olvido, / la que no dijo nada, / dijo mi patria, dijo mi patria. / Pero yo digo: guerrillera”.